martes, 30 de junio de 2009

Botar con be grande. Avelino Sordo Vilchis

Location within MexicoImage via Wikipedia


Botar con be grande

El domingo voy a ir a votar. Desde que cumplí 18 he acudido a las urnas sin faltar ninguna vez. A lo largo de mi vida he votado por muchas personas, aunque por pocos partidos, y me ha pasado de todo. En el proceso electoral de 1976 voté por una persona que no aparecía en la boleta: Valentín Campa, poco después el Partido Comunista Mexicano consiguió su registro. En 1988 voté por Cuauhtémoc Cárdenas y se calló el sistema. En las elecciones de 2003 anulé la boleta por primera vez: ninguno de los candidatos a Presidente Municipal de Guadalajara me pareció bueno y ejercí el derecho de negarles mi voto.

Votar por el «menos malo» no me parece que sea opción, más bien me suena a imposición. Díganme si no mis dos amables radioescuchas: ¿se someterían a una operación en el cerebro a sabiendas que el cirujano que la realizará es el «menos malo»? ¿Permitirían que cualquier maistro, por supuesto que el «menos malo», desarmara la caja de cambios de su Ferrari? Yo no. Además, lo menos que pueden —y deben— hacer los partidos políticos, que por cierto nosotros mantenemos, es presentar candidatos que claramente tengan la capacidad de realizar la tarea a la que aspiran. No los parientes, no los cuates, no los cómplices: personas capaces.

El domingo voy a ir a votar. Y voy a anular mis votos. Voy a botar a los candidatos que tengo claro no me van a representar. Y es mi derecho. Sólo que en esta ocasión mis boletas anuladas van a tener un nuevo significado: se van a sumar a muchas otras —¿miles? ¿decenas de miles? ¿cientos de miles? ¿millones?— en un acto de rechazo a una clase política mediocre, mezquina y abusiva. Se trata de sólo un llamado de atención —un buen jalón de orejas— porque tengo claro que los votos anulados carecen de consecuencias jurídicas, que no forman gobierno. Pero también sé que tienen un valor político.

Ir a la casilla y anular las boletas es votar. Por nadie, pero votar. Ante el crecimiento del fenómeno anulacionista, parece que los políticos de todos los colores se pusieron de acuerdo y les ha dado por hablar —taimados que son— de «abstención», cuando en realidad se están refiriendo a «anulación», que son dos cosas distintas y ellos lo saben perfectamente. Anular el voto de ninguna manera significa buscar la desaparición del sistema de partidos o un rechazo a la democracia. Pienso que es exactamente lo contrario: aquí y ahora anular mis votos es un acto político que además busca hacer avanzar a nuestra tullida democracia.

El domingo voy a ir a votar. Y voy a anular mis votos. Y no es que piense que todos los políticos son iguales. No: tengo claro que hay unos más iguales que otros, el problema es que los mediocres, los mezquinos y los abusivos tienen copada la casa. Y aquello hasta parece concurso. Por otra parte, es perfectamente natural que el «anulacionismo» no tenga un programa o pliego petitorio definido o uniforme, pues se trata de una reacción ciudadana que incluye todas las tendencias y colores y que no busca el poder, sino llamar la atención de los políticos al hecho de que no están haciendo bien su trabajo, de que no nos están representando.

Es también muy claro, después de más de dos meses de campaña, que el movimiento anulacionista —a pesar de su desarticulación, dispersión y presencia difusa— puede presumir que cuenta con un muy importante y democrático logro, que los partidos —a pesar de su articulado, afinadísimo y grosero empleo de millones de pesos y spots— están muy lejos de igualar: el asunto de la anulación del voto está, aquí y ahora, en el centro del debate nacional.

Por lo pronto, el domingo voy a ir a votar. Y voy a anular mis votos.


Avelino Sordo Vilchis



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La Jornada: Anular es un derecho, no de la derecha

Anular es un derecho, no de la derecha
Marco Rascón
Anular el voto no es una acción de derecha. Anular el voto de manera consciente o votar por candidatos independientes no registrados (que también es voto nulo) no son actos conservadores, sino una propuesta desde la sociedad hacia una reforma integral. Dejar la boleta en blanco es peligroso, pues se puede usar, si otros la tachan.

Si se trata de definiciones conservadoras, se han manifestado contra el voto nulo y en defensa del sistema actual de partidos las cúpulas empresariales, la Coparmex, la alta jerarquía de la Iglesia católica, la dirigencia de la comunidad judía, el vocero actual contra la inseguridad, Alejandro Martí; Enrique Krauze, el lopezobradorismo, académicos e intelectuales conservadores. Contra la tendencia social de anular el voto este 5 de julio se han unificado todos los partidos, el Instituto Federal Electoral (IFE) y los tres poderes del Estado.

Los medios han tenido una posición ambivalente, pues, por una parte, les interesa cuestionar la pasada reforma electoral que les limitó los ingresos por publicidad electoral, y por otra no han medido las consecuencias de cambios que diera en el futuro mayor legitimidad a los poderes mediante candidatos independientes, que, a la larga, disputarían a éstos parte del poder de que gozan hoy como fuerza autónoma sobre las estructuras políticas y sociales. Poder económico y medios van juntos en la idea de subordinar a lo político, y para ellos el presente es contrario a sus intereses, pero el futuro es incierto y por ello son ambivalentes.

Este 5 de julio se demostrará el agotamiento al que ha llegado un sistema de partidos que alternó, pero que se cerró. La idea de anular el voto surge de ese agotamiento y se ha difundido mediante redes sociales que crecen ante el agravio de un pésimo espectáculo, mal montado, maniqueo y mediocre que explica el vacío del debate electoral entre candidatos; la polarización de forma, pero la unificación de fondo; el derroche de recursos públicos, los mensajes de todos convertidos en lugares comunes; la demagogia de compromisos, pues candidatos a diputados se comprometen como si fueran gobernantes, mientras los gobernantes prometen como si fueran a ser legisladores.

Sectores de la derecha defienden la partidocracia y los que llamaban hace unos meses al 'fin de las instituciones' afirman hoy que votar nulo 'es de derecha' sólo porque esto coloca en riesgo sus dineros y contratos; cambian votos y registros de partidos por prerrogativas.

Los ecologistas llaman a votar por la muerte; el corporativismo sindical de Elba Esther tiene hoy partido y en el campo de la izquierda se incuba el huevo de la serpiente que anuncia fraude anticipado… ¡Si se vota por ellos mismos! Al margen de esta insurgencia ciudadana por la efectividad del voto, la izquierda, sin marco conceptual propio, enmudece, en tanto crece el hartazgo.

Habría cinco razones para anular el voto:

Primera. Anular el voto es ir a votar por una opción precisa: reformar. Votar nulo, incluyendo votar por candidatos independientes (se consideran votos nulos actualmente), es regresarle el valor al voto ciudadano, contra el voto clientelar y corporativo. Es dar continuidad a la fuerza ciudadana que hizo posible reformar el viejo régimen electoral. Votar nulo es contrario a la idea de que el IFE es algo acabado. Votar nulo es abrir el sistema electoral a candidatos independientes, obligando a reformar a los partidos mismos y dar mayor legitimidad a las elecciones.

Segunda. Anular el voto es manifestar que no hay opciones políticas de fondo. Que las opciones que se presentan como diferentes no salen de los lugares comunes y que las propuestas firmadas ante notario son ingenuas, por decir lo menos. Anular el voto es igualar a todos, cuando ellos se piensan diferentes. Votar nulo es el fin de las formas actuales entre partidos que luchan para ver quién es peor. Es el final de votar 'por el menos malo' y empezar a exigir votar por el mejor.

Tercera. Este 5 de julio las elecciones federales, municipales y para gobernadores están viciadas de lo mismo: sus candidatos son reflejo de los vicios de la partidocracia. Los próximos legisladores y gobernantes se deberán a los partidos, no a los electores.

Cuarta. Votar nulo alienta la política contra la apatía y el escepticismo. Es hacer de la protesta la construcción de una propuesta. Es anticiparse a una debacle electoral en 2012 y repetir la paralización que vivimos ahora.

Quinta. Votar nulo es, por tanto, impulsar la participación ciudadana como algo prolongado y no acabado. Es ejercer la política y la democracia de abajo hacia arriba.

Hoy el sistema electoral nos puso una boleta de opciones que son insatisfactorias y reproducen la partidocracia. Anular el voto o votar por candidatos independientes es una forma posible, mínima, pero posible, para cuestionar y reformar. Nos afecta a todos, solucionémoslo entre todos. Sólo así será democrático el futuro.

Este 5 de julio exprésate en los Murales de la Democracia y grafitea en ellos tu voto.

http://www.marcorascon.org

El Universal - Columnas

Alberto Aziz Nassif
Por la anulación
30 de junio de 2009



El próximo domingo es la cita electoral. Cuando se aprobó la reforma electoral en 2007, el cambio constitucional abrió un nuevo espacio en el escenario político del país: después de la conflictiva sucesión presidencial de 2006, los partidos modificaron la relación entre el dinero y la política. Sin embargo, muy pronto empezamos a ver a los políticos en nuevos arreglos con las televisoras. También se esfumaron las expectativas de que el Congreso cumpliera con su obligación de hacer una nueva ley de radio y televisión, dado que la Suprema Corte de Justicia de la Nación había declarado inconstitucional, en su sus núcleos centrales, a la ley aprobada en 2006. De igual forma, el modelo de la reforma continuó con millones de spots que no posibilitaron el debate.

Las promesas de una reforma del Estado se esfumaron pronto, porque sólo se hicieron cambios en materia electoral; lo demás quedó pendiente para mejores tiempos: el federalismo, el bienestar social, la justicia, la relación entre poderes, etcétera.

El recuerdo de las últimas elecciones intermedias, en 2003, nos remite a unos comicios con un alto nivel de abstencionismo (seis de cada 10 no fueron a votar) y con un costo económico gigantesco (esas elecciones intermedias fueron más costosas que las presidenciales del 2000). De 2003 recordamos un enorme gasto público en spots, propuestas vacías y escasa participación ciudadana. ¿Qué ha cambiado seis años después?

En estos años tuvimos: la experiencia de una severa polarización en 2006; la reforma electoral, con un nuevo modelo de medios, que no ha dejado de ser quebrantado por los actores; el poder de las televisoras cada vez más denso; el IFE convertido en un árbitro hiperactivo. Pero quizá uno de los puntos más relevantes en esta comparación sea la repetición de una spotización de la política y la ausencia de debates sobre las agendas legislativas. Eso no ha cambiado.

La diferencia respecto a 2003 es que antes las campañas se hacían mediante la compra de espacios en los medios y ahora se hacen en los tiempos del Estado; antes se compraba hasta donde alcanzaran los recursos públicos y privados, con dinero limpio o con dinero sucio, y ahora se tienen los tiempos oficiales y los tiempos arreglados, los spots abiertos y los spots encubiertos, “infomerciales” o esquemas de “publicidad integrada”, o hasta la trampa de publicitar a partidos en revistas del corazón; entrevistas y reportajes de los políticos consentidos de las televisoras, por ser sus apuestas políticas y sus clientes. Ahora tenemos casos como el de Peña Nieto en el estado de México, una figura que ha construido su imagen a partir de su presencia en la televisión. Así como el Partido Verde, que defiende a los tucanes y pide la pena de muerte para los humanos. Pero lo más grave de este partido es que en esta ocasión ha sido colonizado por las televisoras y, por ejemplo, a través de esas siglas, Televisa tendrá una bancada en el Congreso de la Unión, como lo reporta el análisis que se ha hecho de sus listas de candidatos plurinominales (Proceso número 1704).

En 2003 hubo un elevado abstencionismo, y ahora en 2009 todas las encuestas reportan que se volverá a repetir el fenómeno, incluso de forma agravada. Algo no están haciendo bien en los partidos políticos que no logran convocar a más ciudadanos a las urnas. Pero lo que no tuvimos en 2003 fue el movimiento por la anulación del voto; esa es la novedad de estos comicios. Sin este movimiento del voto en blanco esta elección hubiera sido un proceso completamente vacío, sin contenidos, plagado de spots y propaganda sucia. Habrá que reconocerle al movimiento del voto nulo que logró establecer un debate amplio sobre la baja calidad de nuestra democracia. Incluso si ya no se logra mayor cosa después del 5 de julio, o si no se expresa de forma importante esta anulación en las urnas, la discusión nutrió una campaña sin contenidos y llena de inercias.

Pero vayamos más lejos. También habrá que reconocerle a este movimiento que logró actualizar una agenda de cambios necesarios en las instituciones. El voto nulo llamó la atención de la clase política, a pesar de que ha sido fuertemente descalificado. Una de las principales críticas que se le hacen es que integra agendas revueltas e incluso contradictorias, pero lo mismo sucede en el espacio de los que van a ir a votar por algún partido: las agendas son contradictorias. De cualquier forma, después del 5 de julio será difícil para el Congreso, pero no imposible, dar la espalda a demandas como la reelección, la rendición de cuentas de los partidos, la disminución del financiamiento público de los partidos, las reglas de gobernabilidad para construir mayorías, una nueva ley de radio y televisión, y otras más.

¿Por quién votar? El PAN se colgó de una cuestionada política de seguridad de Calderón; el PRI que sigue con hábitos y olores del pasado; el PRD está desfigurado por su ruptura interna y los partidos chicos son siglas y negocios. Por todo lo anterior, considero que hoy la mejor estrategia para expresar mi descontento y demandar las reformas que necesita nuestra vulnerada democracia es el voto en blanco. Por eso anularé mi voto el próximo 5 de julio.

Investigador del CIESAS

lunes, 29 de junio de 2009

El pasado sabado en Guadalajara...

El Universal - Columnas

Jacobo Zabludovsky

29 de junio de 2009


El próximo domingo votaré nulo. Mi intención, generada sólo por una ley electoral defectuosa, para presionar su reforma, podría tener muchos otros motivos. La semana ha sido pródiga en causas de protesta que un voto nulo puede desahogar, aunque se estrelle contra el muro del importamadrismo oficial.

No sé por dónde empezar. Por donde sea. Es igual. De pronto aparece el escudo nacional que interrumpe los programas más vistos de la televisión y el presidente Felipe Calderón, entre la bandera y la secretaria de Relaciones Exteriores, informa solemnemente al pueblo de México que una francesa secuestradora convicta y sentenciada no será extraditada a su país. Bastaba un boletín de prensa de seis renglones. O tres. Me imagino a Sarkozy de pronto en la televisión francesa para informar a sus compatriotas que un mexicano delincuente, confeso, procesado y encarcelado en París por delitos del orden común, no será extraditado a México. Esa misma noche la señora Bruni dormiría sola y su esposo con camisa de fuerza en un asile d’aliénés. Pero, claro, Francia y el México actual son países distintos, cada uno con sus costumbres y cada cosa en su lugar. Allá ellos. Nosotros estamos orgullosos de ser una república chocolatera marca Morelia Presidencial.

En cambio, la tragedia más grande de la historia de México en que las víctimas fueron niños, no mereció un mensaje televisado. Aunque sólo fuera para dar el pésame a los padres de 70 niños quemados vivos, 48 de ellos sepultados y los demás con lesiones graves, dolorosas, que les dejarán huellas físicas y síquicas irreversibles. Aunque sólo fuera para comprometerse con la justicia y manifestar una voluntad política de no dejar impune el complejo de delitos que, emanados de la corrupción, provocaron el desastre del sexenio.

Todo terminó, aparentemente, en la aprehensión de funcionarios de inferior jerarquía y un pugilato verbal entre el secretario de Gobernación y el gobernador de Sonora. “No le acepto al gobernador el tono altanero con que se refiere al Presidente”, dijo un secretario que está ahí por un dedazo, al hablarle en tono altanero a un gobernador que está donde está mediante el voto ciudadano en un estado libre y soberano. Dicho sea esto refiriéndome a las instituciones, no a las personas, después de que el gobernador elevó la discusión a las alturas del intelecto socrático al dictar cátedra: “Queremos saber a qué se refiere con eso de aventar la bolita”. No hay a quién irle.

Desde antes de que se enfriaran las cenizas, el procurador general de la República declaró que nadie iría a la cárcel y ahora, al atraer el incidente, como lo llamó el invisible director del Seguro Social, dirigirá las investigaciones que llevarán al resultado previsto: se los dije, y a otra cosa mariposa.

Es entonces cuando el presidente Calderón toma el toro por los cuernos y nos aconseja afiliarnos a los partidos políticos. “Si se quieren mejores partidos, particípese en los partidos, y si éstos no convencen, fórmense otros”, dijo. Nunca habló de reformar una ley injusta, para que coexistan partidos y otras maneras de registrar candidatos de acuerdo con el espíritu de la Constitución, que hace del derecho de votar por quien uno escoge libremente la piedra fundamental de la democracia. Para el señor Calderón no hay más ruta que la nuestra, como dijo el comunista Siqueiros. Yo creo en un camino probado en otros países, con partidos políticos que coexistan con organismos que ofrezcan más opciones. Que desaparezca el sistema monopólico del registro de candidatos, que no sea derecho exclusivo de los partidos políticos. Todo por la vía pacífica, respetuosa, dentro del marco de la ley.

Por eso mi voto será nulo. Si tuviera alguna duda me bastaría, para fortalecer mi convicción, ver quiénes reprueban esta forma reposada de ejercer un derecho. No debo estar tan extraviado si los que se creen dueños de la brújula, del rumbo y del destino, se muestran unánimes en urgir la presencia de un exorcista para que nos saque del cuerpo el espíritu maligno.

Que cada quien vote como se le pegue la gana y en santa paz.

Yo votaré con una X.

domingo, 28 de junio de 2009

El Universal - Columnas

Carlos Monsiváis
Tristísimo panteón, yo te saludo
28 de junio de 2009

En unos cuantos meses, varias instituciones nacionales se han ido al diablo, enviadas a tan distante o cercano lugar por sectores amplísimos de la ciudadanía e incluso de la preciudadanía (los niños también no votan). La profecía autocumplida: tanto decir que nadie cree en nada y resulta que los encargados de la convocatoria de la fe son los más escépticos: “La gente ya se cansó de que le vean la cara y no soporta un minuto más su resignación”. Donde dice gente debe decir yo mero.

Como el tema es inevitable, ofrezco una lista sumaria de algunas instituciones y parainstituciones enviadas al diablo en estos días:

La transición democrática

¡Cuánta sabiduría desperdiciada! ¡Cuánta sagacidad politológica que se desvanece en las brumas de mesas redondas, coloquios, simposios, paneles televisivos, artículos, sesudos ensayos de extensión que prospera al ritmo de las alegrías teóricas! Hacia allá vamos, se dijo durante décadas, hacia la democracia que, definida con celeridad, quería decir el nuevo tiempo histórico, o la nueva perspicacia social, o la relación directa entre confianza y conteo de votos. Y se tomaban como signos de esperanza el que un candidato del PRI ganara sólo con 70% de los votos, o que alguien se insolentara con el alcalde. Eso, al principio, luego la crítica fue lo más común, así no fuera lo más atendido, el PRI perdía en algunos lados, la oposición ya no se sentía tan excluida y…

Hacia allá, hacia la transición, se iba entre el río de ponencias y de artículos que alegaban lo mismo pero con cifras renovadas: “El 34% de los encuestados estuvo de acuerdo: si Pericles viviera con nosotros estuviera”. En un momento dado, se creyó en lo definitivo del avance; sacaremos a este buey de Los Pinos, gritó Vicente Fox, que fue presidente, hecho fatídico que se recuerda para que al país no le dé por envanecerse, y en el 2000 se volvió sonido triunfal el rumor de las tesis, las ponencias, los debates. Eso mientras la derecha analfabetizó las cimas del poder: donde dice “teoría del Estado” debe decir “¿Y yo por qué?”.

* * *

Nueve años después, el tumulto incesante de papers ya no vierte su lucidez en el análisis de la transición, sino en variantes del desencanto: la transición a la regresión, el salto hacia atrás para algún día tomar vuelo, y me perdonas que interrumpa este diálogo pero aún no termino mi ponencia sobre “Desánimo y frustración a la hora de la crisis”.

Los partidos políticos

Un régimen de partidos. En la marejada de renuncias firmadas al candor, vayan o no en dirección al voto nulo, el régimen de partidos se deteriora o fragmenta. ¿Quién le cree a un sistema que hizo a un lado la ideología para que nada más cupiera la mercadotecnia? En lo que va de la campaña de 2009 las ideas y los proyectos de nación del PRI, del PAN, del PRD y del Verde Ecologista, estos últimos promotores de la pena máxima al presupuesto de la nación, no han hablado ni por llenar el tiempo de algo parecido a problemas y soluciones. Todo se ha ido en consignas: “México, creo en ti porque me tienes de candidato/ Fulano, te llevarás a la tumba mis promesas/ Vota por el partido que mejor represente los intereses de la religión de tu infancia, de la verdadera religión, el partido que resguarda la vida de la criatura desde el día en que los padres se conocieron hasta la impartición de los santos óleos”.

Hágase historia: el sistema de partidos se desenvolvió mal pero sin demasiados escándalos hasta la irrupción del narcotráfico, la megaindustria que reinventa el pecado original. Y con el narcotráfico vino la sospecha, el equivalente actual del pecado mortal: “Se dice que el narco le pagó su campaña/ La gente sospecha del alcalde porque no se le conocen nexos con el narco. ¿Con quién o en qué estará metido?/ Esa casota no la hizo con su sueldo de inspector de aduanas. Me sospecho otra cosa/ ¿No se te hace sospechoso ese mall siempre vacío y los dueños de los negocios tan prósperos?”.

La sospecha es la más canallesca de las generalizaciones, y en esta época es también la más ubicua. El que sospecha se siente a salvo porque su actitud es una “declaración de bienes”: sospecho y este recelo me salva. Pero la sospecha alcanzó a las campañas electorales y a las administraciones y a las instituciones y a la riqueza misma, esa que antes venía del cielo, precedida de la bendición de los clérigos. Y la sospecha sitúa a los partidos como el archivo probable del sospechosismo (gracias, senador Creel, por esa contribución lingüística). Sospecha, sospecha, que algo queda.

La ineficacia probada

Y aun sin la sensación de que el delito es el oxígeno alterno de la República, ¿quién niega la profundidad del desencanto? Lo mínimo que se les pedía a los gobernantes era la eficacia institucional, pero, oh, CEO del Averno, los encargados de guiar a la nación en sus distintos niveles ni son eficaces ni resultan confiables. De buenas familias sí, algunos, si por buenas familias se entiende las que llevan haciendo negocios con el gobierno desde hace más de 30 años; de posgrado en ristre bastantes, y con el conocimiento suficiente como para que la vanidad no desplace a la soberbia; de vida social cuantiosa, sin duda alguna, en dónde más podrían comentar la grandeza con que salvan a la patria, ese concepto tan envejecido. Todo esto sí, pero eficaces, pues francamente no. No se trata de que ignoren la historia, la cultura y las necesidades del país, es que han invertido toda su sabiduría en el aspecto, los gestos, el amor por el currículum, el desprecio por el populismo (no les pidan que lo definan), y a fin de cuentas se han quedado enfurecidos cada que deben aclarar un asunto. For God’s sake, no se puede aceptar al mismo tiempo el puesto y las responsabilidades. Gimme a break.

sábado, 27 de junio de 2009

El voto nuestro de cada tres años | Ediciones Impresas Milenio

Augusto Chacón
2009-06-27

Si nos atenemos a la campaña antipersonal que el equipo del candidato a la presidencia municipal de Guadalajara del PAN, Jorge Salinas, tiene contra su rival del PRI, Aristóteles Sandoval, los ciudadanos están fritos: si gana el PRI y las acusaciones lanzadas contra su candidato por Acción Nacional tienen algo de verdad, el crimen organizado custodiará a esta leal ciudad; pero si triunfa el PAN, el primer edil será un inepto probado: durante dos años fue diputado y no se enteró de que un político destacado del Revolucionario Institucional estaba en malos pasos. El voto como disparo en la sien.

Pero además, si Salinas sale avante tendrá que denunciar formalmente a Sandoval; de otro modo quedará en evidencia que el presidente municipal electo es capaz de mentir con tal de lograr el poder. Luego de todo lo que desde su bando han dicho se ve difícil que pueda compartir las sesiones de cabildo con un personaje, Aristóteles, al que le conceda tan poca calidad moral. Pero podemos apostar: no lo hará, en ningún caso, y la víctima no demandará a su calumniador. El sufragio efectivo como averiguación previa.

Tal vez sucede que no he entendido que las campañas electorales son una suspensión provisional de la inteligencia, del marco legal y de la buena educación entre los políticos, y que esto de andarle buscando fondo intelectual a declaraciones que se atienen únicamente a la atmósfera de los comicios es una pérdida de tiempo. El código imperante en este receso obligado de las buenas costumbres tiene artículos que representan, cada uno, una ley: ¡el que tiene más saliva traga más pinole! ¡A ver de cuál cuero salen más correas! ¡El que pega primero pega dos veces! ¡Calumnia, que algo queda! ¡El fin justifica los medios! Las acusaciones son únicamente para precipitar la voluntad ciudadana, misma que de otro modo no puede saber lo que le conviene; una vez oficializados ganadores y perdedores, los señalamientos perderán vigencia y claro, carecerán de cualquier efecto legal. El voto como puntuación de pelea de box.

Pero si lo más visible en la búsqueda del sufragio es que todo se vale —mentir, engañar, difamar, insultar, victimizarse— para seducir electores, ¿qué concepto tienen los partidos políticos de los ciudadanos en edad de votar? Es claro: los ciudadanos nomás reaccionan a estímulos primarios —tinacos, despensas, sacos de cemento, etc.— y tienden a favorecer acríticamente a aquél que hace más señalamientos negativos de su oponente. El voto como la baba del perro de Pávlov.

Campañas como esta del PAN en Guadalajara son peligrosas; no tanto porque pueda hacer que gane Jorge Salinas —cosa que no luce benéfica para la ciudad—, o porque le resulte en sentido contrario y termine ganando Aristóteles Sandoval —cosa que no luce benéfica para la ciudad—, sino porque este suspender el estado de derecho ya rebasó el discurso y llegó al ejercicio de la autoridad local: al jefe de la policía, Macedonio Tamez, y al presidente municipal, Alfonso Petersen, les pareció más importante defender su neutralidad en el proceso electoral que respetar la Constitución General de la República: la fuerza pública reaccionó a una llamada anónima como si de orden de juez se tratara y violó el Artículo 16, amenazando a un candidato con las armas y con todo lujo de prepotencia, para orgullo de sus jefes; así lo indica la afirmación de Tamez, según Público: “cuando se da una denuncia anónima de esta naturaleza, es obligación atenderla”. A los habitantes de por acá no nos queda sino tragar saliva y temblar: como el siglo XVII basta un acusador, quien sea, para que cualquiera se pudra en las mazmorras de la Inquisición. Y ellos, ¿se dieron cuenta? No, el alcalde nomás atinó a pedir que se levantara una denuncia para buscar al anónimo que llamó, y su subalterno Tamez concedió que tal vez les habían tendido “un cuatro”. ¡Para impedir esto se legisló en 1917! Pero debemos perdonar su ignorancia y la ilegalidad: estamos, todos, en campaña. El voto como absolvedor de todos los pecados y como acto de sumisión.

Guadalajara es el botón: así está el mundo electoral mexicano. Pero al final, el voto no es nada y es todo, es principio y fin. Instrumento político y botín. ¿Qué es para cada uno de nosotros? ¿A quién nos gustaría ver celebrando con el nuestro? El voto nulo masivo anticipa un festejo personal liberador, un ya basta estentóreo.
abenavides@milenio.com

viernes, 26 de junio de 2009

Premios 20Blogs 2009. Vota

Premios 20Blogs

El Universal - Columnas

Ramón Alberto Garza
Dossier Índigo
26 de junio de 2009

El voto blanco, al alza

Los mexicanos estamos cansados de la política. La corrupción y la impunidad nos robaron la capacidad de indignación. Ya no creemos en nada, ya no sabemos en quién creer.

El cinismo de la clase política ofende. Se acabó el escaso pudor. En la política mexicana el crimen ya no tiene castigo. Incluso es premiado. Pueden robarse partidas secretas, pactar monopolios para sus amigos, traficar con nuestros energéticos desde el extranjero, negociar la libertad de delincuentes, sentarse a la mesa con el narco. Lo que sea.

Nadie se dará cuenta. Y si se les descubre, la receta la tienen medida. Negarlo todo y aguantar hasta la próxima tormenta. El escándalo se borra con el de mañana. Pasó con Salinas y Fox. Con el Pemexgate y los Amigos de Fox. Con la caída del sistema en el 88 o con el haiga sido como haiga sido de 2006.

Nadie capturó a los asesinos ni de Posadas ni de Colosio ni de Ruiz Massieu. Tampoco a los victimarios de las muertas de Juárez o a los secuestradores de los cientos de Fernandos Martí o Silvias Vargas, ni a los responsables de las miles de ejecutados por la narcopolítica.

Las botellas de cogñac de Mario Marín se añejan en el olvido, los negocios judiciales del Jefe Diego trascienden los sexenios y los relojes Bulgari de Marta Sahagún marcan que estamos instalados en la hora de la impunidad.

Bejarano ya está libre para seguir “ligando” su próximo cargo; Ahumada, “fajador” de perredistas, es el literario juez supremo y Oscar Nahúm Círigo Vázquez legisla sin que haya sido electo por su nombre, sino por su alias de René Arce.

En política y negocios son los mismos apellidos de hace 30 años los lucran con una patente que les concedió el sistema priísta que no se desmantela. El mismo que secuestró en su tiempo al presidente del cambio y hoy hace lo suyo con el del empleo. Nunca antes el tamaño de los políticos mexicanos estuvo tan cerca del suelo. Nunca antes el clamor de “¡Hagamos algo por México!” estuvo más cerca del cielo. Y es que la ciudadanía ya se dio cuenta de que no importa por quién se vote el próximo 5 de julio, los jefes de los partidos ya tienen decidido quién manejará la agenda nacional.

Esta garantizada con sus diputados plurinominales, los que ya tienen asegurado su asiento en el Congreso. La mesa está puesta y el pastel está repartido. Para que todo siga igual. Sobre todo cuando la partidocracia se encargó de cerrar, por ley el paso a las candidaturas ciudadanas. Toda aspiración debe someterse a la dictadura de una siglas con las que la mayoría de los mexicanos no compartimos. Y nos sentimos atrapados.

Por eso hoy aparece un horizonte blanco para México. Es el movimiento del voto blanco, que cada día va tomando más fuerza para expulsar los colores oscuros de la mala política y darle transparencia a una sociedad que exige pesos y balanzas para reconstruirse.

Es un llamado a la esperanza que con distintos liderazgos, en distintas ciudades, despierta para recuperar los espacios ciudadanos en el quehacer político, que ya exige en México una cirugía mayor. No lo pierda de vista. El voto blanco será la bandera que ondee con más fuerza en las próximas elecciones de julio.

jueves, 25 de junio de 2009

La Jornada: Vox populi

Vox populi
Miguel Marín Bosch


Hay elecciones que provocan un enorme bostezo. Así ocurrió en los recientes comicios para elegir al nuevo Parlamento Europeo. No hubo mayor entusiasmo del electorado en los 27 países que integran la Unión Europea (UE), salvo para castigar a los seguidores de los partidos socialdemócratas. Se dijo que los europeos, sobre todo los jóvenes, no saben lo que hace el Parlamento, y por ello no les interesa.

En otras elecciones la participación es grande y el entusiasmo de los votantes persiste aún después de los comicios. A casi 15 días de la elección presidencial en Irán, las manifestaciones populares han continuado (muy disminuidas), pese a que las autoridades han ido cumpliendo su amenaza de reprimirlas. Ahí los jóvenes (cuando menos en los centros urbanos) parecen muy interesados en desafiar al gobierno, exigiendo la anulación de la elección del pasado 12 de junio.

Lo cierto es que los electores iraníes no tuvieron mucho de donde escoger. Los cuatro candidatos presidenciales son un producto del aparato político que los clérigos instauraron en ese país tras la huida del sha en 1979. En teoría es un sistema presidencial democrático. Pero en realidad quien detenta el poder es el líder espiritual de esa república islámica, el líder supremo, el ayatola (¿con el dedo?) Alí Jamenei. Al presidente se le permite dirigir el rumbo de la economía y poco más. El líder supremo es, como diría en cierta ocasión un presidente mexicano, el fiel de la balanza. Él define el margen de maniobra de los políticos iraníes.

¿Hubo irregularidades en la votación del 12 de junio? El ayatola, por medio del consejo de guardianes, dijo primero que sí y luego que sí, pero que no fueron importantes, y luego dijo que no, que no hubo irregularidades. El presidente Mahmud Ahmadinejad ha sido declarado el vencedor, mientras que su principal contrincante, Mirhosein Musavi, pide la anulación de la votación y elecciones nuevas. ¿Hasta dónde está decidido a desafiar al líder supremo?

En 1988 Cuauhtémoc Cárdenas no se atrevió a llevar su lucha a la calle, el presidente De la Madrid no anuló las elecciones, y el PRI y el PAN (con la anuencia del entonces FDN) hicieron un pacto que para muchos aún perdura hoy. ¿Dónde quedó la voz del pueblo? Los manifestantes en Irán y los que los apoyan desde el exterior se preguntan ¿dónde está mi voto? Pero agregan otra consigna: Allah akbar ('Dios es grande'). Todo cabe en un plan religioso, sabiéndolo acomodar.

Estamos ya muy acostumbrados a aceptar la democracia como una cosa buena. Hubo épocas en que la gente luchaba y moría por lo que muchos consideran un ideal de la sociedad organizada. Tenemos el derecho a elegir a quienes nos gobiernan. Pero, ¿para qué ejercer ese derecho si acabamos detestándolos?

En noviembre del año pasado los estadunidenses votaron por un cambio y lo están viviendo. El presidente Barack Obama ha devuelto un poco de esperanza al electorado de su país. A ver cuánto le dura. ¿Será la excepción que confirma la regla?

La democracia (o la semblanza de un sistema democrático) es hoy un requisito para muchas cosas. Si una nación no es democrática quizás no sea acreedora a un préstamo por parte de otra o de alguna institución financiera internacional; tampoco tendrá acceso a ciertas agrupaciones de países, como en el caso de la UE. En los debates internacionales sobre los derechos humanos la democracia ocupa un lugar prominente.

En estos días se debate en nuestro país qué hacer en la elecciones del 5 de julio. Ante un panorama político altamente desalentador y una mediocridad de candidatos, se ha ido abriendo un abanico de posibilidades. Unos quieren que se apoye a un partido, independientemente de los candidatos del mismo. Otros insisten en la abstención, mientras que algunos propugnan el voto nulo. También hay quienes proponen un voto comprometido con aquellos candidatos que hayan proclamado ante notario que legislarán una serie de medidas concretas.

La idea de votar se basa en un mito. Se cree que el voto es un mecanismo mediante el cual uno puede convertir su aspiración personal en una realidad al depositarlo en un candidato o un partido que lo represente en un cuerpo legislativo. El representante que hemos elegido será, a su vez, nuestro agente del cambio al que aspiramos. De ahí el éxito (relativo) de la propaganda del Partido Verde. ¿Quieres acabar con los secuestros? Aplícales la pena de muerte a los perpetradores. ¿Quieres medicinas gratis? Exígele al gobierno que te las pague si no puede proporcionártelas. Se trata de un ejemplo de cómo perpetuar el mito del voto. Tu voto cuenta, se nos dice, pero ya no nos la creemos.

Los bonos de nuestro Congreso están muy bajos. Nadie parece creer en el Poder Legislativo, aquí y en otras partes. En sus momentos de mayor rechazo, la popularidad del entonces presidente George W. Bush estuvo por encima de la del Congreso estadunidense y sus dirigentes. Vea los que ocurre hoy con el Parlamento británico. El caso del Parlamento Europeo no es, por tanto, la excepción.

Si el pueblo se harta de sus representantes, su margen de acción dentro de la legalidad del orden constituido es bien pequeño. Échenlos, dicen algunos, y elijan a un nuevo Congreso. ¿Han visto las listas de candidatos que postulan los partidos a las elecciones del 5 de julio? Están para llorar.

En abril de 1931 los españoles votaron, y botaron a la monarquía. Se instauró la Segunda República. El voto de los ciudadanos sí contó en esa ocasión. A las fuerzas en el poder no les gustó la República y la desafiaron, primero en las urnas y luego con las armas. Y ese es el dilema de la democracia. Sirve mientras sirva a los grupos que en realidad detentan el poder. Por ello el voto del ciudadano es contado escrupulosamente (o eso creemos), a sabiendas de que a la postre no cuenta.

El Universal - Columnas

Andrés Lajous
Tengan miedo
25 de junio de 2009


A las y los enemigos del voto nulo les digo: tengan miedo. Cuando califican la discusión y el llamado al voto nulo de subversivo, tienen algo de razón. Cuando advierten que pone en riesgo la legitimidad de las instituciones actuales y de las relaciones de poder que las sostienen, no se equivocan por completo.

El llamado movimiento anulacionista hasta hoy ha ganado porque logró meterse a miles de cabezas cambiando la actitud y forma de participación política de personas independientes. Ha ganado porque cada vez menos se cuestiona su legitimidad y la discusión ahora es sobre su efectividad. En sentido estricto es un movimiento, pues sin mayor coordinación centralizada promueve una idea que provoca acciones independientes. Cada vez más gente cree que el voto nulo expresa la insatisfacción con la forma en que los partidos políticos actuales manejan las rutas de acceso al poder. Es decir, esta idea contagia cabezas sin diseñador designado.

El problema del miedo que expresan la Iglesia, los gobiernos, los partidos, los empresarios, los medios de comunicación y algunos periodistas es que ignoran el origen del peligro que ellos mismos denuncian. Lo peligroso no es el voto nulo en sí, sino el proceso de gestación de una sencilla protesta política que no ha podido ser controlada por las instituciones actuales.

Han echado toda la carne al asador en su contra, y el movimiento anulacionista se sostiene porque está basado en instituciones distintas a las tradicionales, que al momento tan sólo nos muestran la primera dosis de su potencia. Insisto, tengan miedo, están perdiendo el control.

Hace unas semanas se intentó descalificar el fenómeno del voto nulo como un asunto irrelevante que sólo sucedía entre pequeños grupos de internautas. Sin embargo, es el primer caso de una propuesta o protesta que en nuestro país brinca directamente, casi sin mediación, de las herramientas de comunicación descentralizadas al centro de la discusión pública. Es una discusión que no tuvo como origen a los medios tradicionales ni a sus agentes. De la misma manera, quienes normalmente llevan la mano en la discusión pública se han visto constreñidos por este murmullo electrónico que se demuestra imposible de ignorar.

Si van a seguir dando la señal de alarma, si van a denunciar un nuevo peligro para México, no se equivoquen de adversarios. El peligro no es quienes promueven el voto nulo; el peligro es internet, Facebook, Hi-5, los blogs, Twitter, los celulares, YouTube. Esas herramientas permiten que las ideas (buenas y malas) se distribuyan más rápidamente, que duren más tiempo, transformen la mediación y, como ahora es evidente, permitan la creación de nuevos espacios de discusión, de nuevos públicos y contrapúblicos. Es decir, nuevos espacios de disidencia.

Los sucesos más recientes en Irán abren la oportunidad para una poderosa analogía de lo que puede pasar en México y en el resto del mundo gracias a nuevas tecnologías de la comunicación. No tiene que ver con las estructuras políticas particulares o con los motivos de movilización y descontento. La analogía reside en el método y la forma en que las sociedades pueden compartir información y cambiar dentro de sí mismas.

Insisto, tengan miedo. Aunque su miedo antianulacionista (que no es lo mismo que decidir votar por un partido) estará mejor fundado si enfoca sus baterías contra la infraestructura de comunicación abierta que está confrontando al poder centralizado. Si las instituciones y los poderes en nuestro país siguen con la estrategia de cerrazón, les pasará lo que le pasó a la industria musical cuando trató de resistir el cambio tecnológico. Se movió en contra de la apertura y perdió.

Hoy sólo les queda cambiar y reconocer su poder disminuido. Si no lo hacen, se colapsarán en la nostalgia y furia de viejas cantaletas.

andres.lajous@gmail.comhttp://andreslajous.blogs.com

Analista político

miércoles, 24 de junio de 2009

VOTONULO es mi anticampaña partidista - yoanulomivoto@gmail.com

POR UNA ANTICAMPAÑA PARTIDISTA

Yo anulo mi voto

La ley de IFE prohíbe hacer campaña el día de las elecciones afuera de las casillas. Pero no hay ley que prohíba hacer anti campaña. Llamar a no votar es para fines prácticos, hacer una campaña anti partidos políticos. Quienes la hacemos, somos ya un partido sin necesidad de oficializarse.

Una masiva votación por la anulación, si pudiera contarse, debería repercutir en la anulación de la elección en cuestión.

Para eso se requeriría un cambio profundo en la ley electoral. Una regulación que exigiera a los partidos demostrar ante la ciudadanía que sus candidatos son personas competentes para el ejercicio del poder público, es decir para tomar decisiones que representen de manera equitativa los intereses de todos los grupos sociales ciudadanos, sean mayorías o minorías. Y de probada honestidad. Hasta ahora los mecanismos para tales efectos son fallidos. Nada sencillo de lograr a corto plazo.

Voy a anular mi voto con la esperanza de que quienes lo anulemos, lleguemos a establecer compromisos civiles capaces de inventar una nueva formula para la elección política de nuestros representantes. Por una democracia cada vez menos imperfecta.

La democracia empieza por la participación y manifestación sistemática y organizada de los ciudadanos. PROPONGO 1) Que el día de la elección hagamos labor de convencimiento para la anulación del voto. 2) Que quienes anulemos nuestro voto, tengamos el valor de manifestar públicamente, en un blog, nuestros nombres para acercarnos a un conteo. 3) Que los interesados nos mantengamos en activo civil aun después de las elecciones y listos para vigilar y exigir con miras al 2012

El voto es una práctica que sirve para que los ciudadanos escojan a las personas que quieren que representen sus intereses republicanos: sociales, políticos y económicos. Y los defiendan mediante los poderes del Estado; de las instituciones y las personas, sirviéndose de los órganos del gobierno. Si no estamos siendo representados y defendidos, por los gobernantes, los servidores públicos, los jueces, diputados, senadores, Presidentes de municipio, estado y nación, es por que todos ellos han formado un cuerpo compacto para el que la ciudadanía no cuenta. Todos ellos trabajan por sus intereses y los partidos políticos son el bastión de donde surge el poder. Además están de acuerdo con los medios de comunicación, con los representantes del sector empresarial que sustenta el poder económico y con los sindicatos de las instituciones públicas cuyos agremiados se ven comprometidos por terceros, en las correspondientes seudo representaciones, a seguir el juego, lo que pervierte y corrompe el ejercicio de la burocracia que de otra manera debería ser ennoblecido.

PERO la sociedad civil, que somos los ciudadanos en general, y los mayores de edad en particular; somos libres para organizarnos y buscar caminos nuevos y formas nuevas de representación. Lo que necesitamos para una buena vida con protección y oportunidades de desarrollo individual equitativo, debe ser defendido por cada uno de los que ya no creemos en, ni queremos ser representados por zánganos, ningún partido, ningún candidato ofrece desarrollar estrategias y acciones que mejoren nuestras condiciones de vida.

Todos deberíamos comprometernos con hacer ANTI CAMPAÑA afuera DE LAS CASILLAS. Invitar a los ciudadanos a anular su voto. Deslegitimar los triunfos electorales y las estrategias de elección y después mantenernos en activo para diseñar estrategias para que el gobierno nos devuelva el PODER. Poder de decidir y de aplicar nuevas formas democráticas e instrumentos de sanción a quienes siendo votados no cumplan con los compromisos de la práctica de las instituciones públicas y de los órganos de gobierno. Nosotros somos el ESTADO.



Lizette Donath de la Peña

martes, 23 de junio de 2009

El Universal -¿Por estos partidos?

Jorge Javier Romero
¿Por estos partidos?
23 de junio de 2009


He decidido votar de una manera que va a ser considerada no válida a la hora del cómputo. El sistema electoral anulará mi voto, no yo. He decidido no votar por los partidos con registro. Lo haré por un movimiento al que pertenezco y que no me ha pedido su voto. Que no busca los votos de nadie. Lo mismo pasaría si votara en el espacio dedicado a ello en las boletas por un candidato sin registro. Mi voto sería anulado. Pero voy a ir a votar porque creo que el voto sirve. Sirve para llevar al gobierno o al Legislativo a quienes nos convencen. También para votar por el menos malo o evitar que llegue alguien que consideramos catastrófico. Para premiar a los eficientes y para castigar a los maletas. Pero a veces hay que usarlo para pedir la ampliación de la representación, para decir que las opciones existentes no satisfacen, que hace falta abrir el juego.

No creo que todos los partidos sean iguales. Hasta en la época más cerrada del PRI había diferencias entre éste y el PAN, pero muchos de los que ahora dicen que hay que elegir a fuerza en el menú que nos ofrecen —a pesar de que todos platos huelen a medio podrido, sean unos de pollo otros de pescado y otros de carne— no votaban ni por el PRI ni por el PAN ni por el PPS o el PARM. Claro que la elección era un montaje y eso justificaba la abstención. Mucho más eficaz resultó la promoción de candidaturas independientes que no eran contabilizadas pero que movilizaron a las urnas a un voto de protesta que se hizo sentir y contribuyó a la apertura del sistema de partidos.

Los partidos de hoy no me satisfacen cada uno por diferentes razones. El PAN, por su clericalismo, su moral excluyente que fuerza a las mujeres a morir, ir a la cárcel o a una maternidad no deseada. Por su obcecación en una estrategia militar de combate al crimen y no de inteligencia. Por su equivocada política de drogas; por pacatos e ineficientes. No quiero votar por el PRI porque son corruptos, no son demócratas, privilegian la lealtad mafiosa frente a la capacidad y el desempeño técnico y son oportunistas capaces de renunciar a su tradición dizque liberal y aliarse con el PAN y con la Iglesia para mantener poder, aunque eso signifique pasar por encima de los derechos de las mujeres; además, piden un voto de creencias, no de razones. No quiero votar por el PRD porque son fraudulentos; son representantes de la falta de compromiso con las reglas, son tramposos, no tienen ideas; su campaña me parece infantil, ñoña, han logrado perder el apoyo que traían, son incapaces y carecen de ideas. No puedo votar por la demagogia del partido pretendidamente verde, que vende la venganza como justicia y engaña a los ciudadanos con ofertas tramposas, típicas de los mercachifles que son. Nueva Alianza lo descarto pues es la expresión más ominosa del control clientelista de un gremio, instrumento político de una mafiosa. El PT no me atrae ni remotamente; no me parece que beneficie en nada a la izquierda mexicana el pensamiento de Alberto Anaya y no creo que Muñoz Ledo vaya a hacer grandes aportaciones al debate. Convergencia es el feudo de un cleptócrata. Tampoco quiero votar por la banda de López Obrador repartida entre los dos últimos partidos. Los del PSD navegan con los saldos de una plataforma plagiada de aquellos a quienes echaron a patadas de una organización convertida en botín.

Creo, además, que el efecto de las elecciones federales intermedias es menor sobre el arreglo político, aunque esa es otra historia. De ahí que considere una buena oportunidad para manifestar un malestar que en otras circunstancias sería menos propicio expresar. No dudo que entre quienes proponen el voto nulo haya quienes lo hacen desde una perspectiva cacerolera o con intenciones golpistas. Pero no creo que sea la mayoría. Por el contrario, lo que predomina es una percepción de no representación. Es una opción que se está abriendo paso entre las capas medias medianamente educadas que tienen acceso a internet. Y lo que ahí se expresa es que no son satisfactorios los partidos existentes y los resultados de la política dejan mucho que desear.

Si el voto no válido se multiplica por tres, si ronda en 10%, eso podría decir que votantes suficientes como para darle el registro a tres partidos nuevos no se sienten representados y quieren manifestarlo. Seguramente tiene razones diversas para hacerlo, pero el hecho es que a esa parte de la población ninguno de los partidos lo convoca a votar. ¿Quiénes están mal, los ciudadanos o los partidos?

Mi voto será por una democracia de más calidad, con mejores partidos, más competitiva, con mayores libertades y más laica. Por una nueva ley de partidos, que permita el registro para participar en las elecciones a partir de un programa, unos estatutos democráticos y una lista de candidatos, sin dinero en efectivo, sólo con prerrogativas de acceso a medios. Será, además, un acto de libertad.

Por ahí alguien dijo que lo que deberían hacer quienes llaman al voto nulo es hacer un partido. Precisamente eso es lo que no se puede hacer hoy en México. Y no se podrá, con la ley actual, hasta 2013 para participar en 2015. Ese es el problema: que la entrada a la representación es estrecha y protege a los ineficientes. Por eso hay también quien clama por las candidaturas llamadas independientes. Algo está podrido y es hora de airearlo.

Politólogo

lunes, 22 de junio de 2009

El Universal - Columnas: Doblaron las manitas...

Jacobo Zabludovsky

22 de junio de 2009


Doblaron las manitas.

Los puristas del idioma dirán que no, que su fino oído de políticos los hizo escuchar la voz del pueblo, voz de Dios. Pero su oído fue de artillero hasta que el coro de apoyo al voto nulo los aturdió y cayeron de su nube porque les empezaba a llegar la lumbre a los aparejos.

El Senado de la República instalará mañana martes una mesa de diálogo, discusión y evaluación “sobre el modelo político electoral, con miras a realizar una nueva reforma en la materia para los comicios de 2012”. Manlio Fabio Beltrones, del PRI, presidente de la Junta de Coordinación Política, anunció que invitará a la mesa a especialistas, académicos, investigadores y todos los que estén preocupados por el tema, para que opinen. Gustavo Madero, del PAN, presidente del Senado, dijo que se estudiará una reforma porque “hoy escuchamos propuestas que invitan a anular el voto, otras que plantean modificaciones a la legislación actual, y algunas que invitan a la reflexión sobre si el modelo actual es el más conveniente”. Y Carlos Navarrete, coordinador de los senadores del PRD: “Es mejor que desde ahora se vaya evaluando el modelo electoral… se abre el diálogo para escuchar opiniones”.
Doblaron las manitas
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Cuando faltan dos semanas para las ir a las urnas, el voto nulo ganó las elecciones. No importa cuántos votos nulos se depositen, ni su número ni su porcentaje. El voto nulo se apoderó del escenario a la manera del tenor que imita la gutural modulación del bajo. No se habla de otra cosa y un debate entre dos jefes de partido hubo de anularse (se pone de moda el verbo) porque a nadie le interesaba su diálogo previsible. La Cámara de la Industria de la Radio, formada por profesionales que saben su negocio, expuso vagos argumentos de equidad y los mandó a su casa.

Lo importante ahora es no desaprovechar el voto nulo, que sorprendió a los políticos en el candelero como al tigre de Santa Julia, y hacerlo plataforma de lanzamiento de un proyecto de transformación profunda. La primera consecuencia del voto nulo será, irremisiblemente, la adecuación de las leyes electorales a una realidad bocabajeada: el derecho de los ciudadanos a elegir a sus gobernantes sin la intermediación obligada, exclusiva y monopólica de los partidos políticos. Ya es, desde ahora, un traumatismo para la clase política que no calculó la velocidad con que los arrolló un descontento popular que, me temo, no se conformará con la aspirina de le reforma legal.

El desperdicio de la oportunidad histórica debería ser tipificado como delito político y penalizado en forma ejemplar. El Partido Acción Nacional desperdició en el año 2000 la oportunidad que le daba el pueblo para transformar al país. No hubo dudas de la legitimidad del sufragio y el fin de siete décadas del PRI en el poder alentó la esperanza general. Nunca en la historia del México independiente, repito: nunca en la historia de México desde su independencia se habían conjugado tantos factores para que un gobierno pudiera actuar con el apoyo entusiasta del voto mayoritario.

El cura Hidalgo abolió la esclavitud y Morelos publicó los Sentimientos de la Nación en la guerra la de Independencia. Benito Juárez promulgó el conjunto de leyes que conocemos como de Reforma, que le dieron a México su segunda independencia, después de una guerra interna y otra contra la intervención francesa. La Constitución fue consecuencia de una guerra civil.

Hace 10 años el candidato del PAN llegó a la Presidencia en una etapa de paz, sin violencia, en votación libre, con la promesa del cambio. Pero sigue la corrupción, la injusticia social, la concentración de más dinero en menos manos, la repartición de cuotas de poder institucional entre los que prometió encarcelar, el aumento de la burocracia inútil, la aparición del cuatismo o cuatachismo, en lugar de la designación de los mejores para integrar un gobierno. Los hombres no alcanzaron la dimensión del desafío. No se dieron cuenta. La incapacidad, la carencia de voluntad y sabiduría para conducir al país en el instante en que un relámpago iluminaba las posibilidades, nos dejaron igual o peor que antes.

El desperdicio de la oportunidad histórica no es un delito. Todavía. Pero ya era y es un error. No lo volvamos a cometer. Vayamos a votar nulo el 5 de julio. Es la única manera de no perder la oportunidad. Quizá esta se nos presenta por segunda vez. Tal vez no. Pero sólo el voto nulo, sin deuda de favores ni pago de compromisos, nos permitirá dar un paso al futuro distinto.

No tenemos derecho a tropezar otra vez con la misma piedra.

El desperdicio de la oportunidad histórica.

anulemos el voto...

anulo mi voto

Voto Nulo proyección en Palacio de Gobierno en Guadalajara

domingo, 21 de junio de 2009

sábado, 20 de junio de 2009

Siempre nosotros

Siempre los otros, urge un nosotros
Augusto Chacón



Sólo sabiendo se puede mirar así.

Sólo mirando se puede saber así.

Raúl Bañuelos

Si nos abstenemos de votar o si votamos para que ningún partido sume a su favor nuestra voluntad, dicen que dejaremos que otros decidan por nosotros. Lo que no aclaran es quiénes son esos otros que dispondrán de la vida nacional sin considerarnos, tampoco enuncian qué es lo que decidirán. No obstante, cuando tal afirman, una fibra muy delicada y sensible que los mexicanos compartimos nos lleva a decir: ah, qué la canción, por mí no decide ningún otro, nomás eso faltaba.

¿Decidimos las propuestas, los candidatos y el plan de trabajo de los partidos? No, lo hacen otros; sólo nos toca optar entre nombres, logotipos y frases de ocasión predeterminados, aunque no nos gusten. ¿Decidimos el nivel intelectual de las campañas de quienes buscan que votemos por ellos, o decidimos que llamen a nuestras casas a contarnos chismes cada uno de cada cual en nombre de encuestas espurias? No, es también prerrogativa de otros. ¿Podemos opinar sobre lo que hará el candidato ganador luego de que se instale en el puesto que “decidimos” darle? Tampoco, si así fuera, el Congreso no habría cerrado dos meses para que 28 de los 40 diputados cumplieran su inevitable metamorfosis trianual: mudar de oruga a oruga; si nuestra decisión valiera algo, el río Santiago no sería cauce de enfermedades, de corrupción, nadie le regalaría dinero a Televisa o haría obras de pésima calidad y caras para después, como si nada, pretender ser diputado federal por el distrito 10.

Siempre deciden otros, pero cuidado: no los que votan por un partido diferente al nuestro o los que se abstienen o los anulistas; sino otros que un día son diputados, después senadores, regidores, líderes sindicales, iluminados de barrio, gobernadores, etc. Los reconocemos porque se congregan en camarillas llamadas partidos, y se amparan beatíficamente en la Constitución.

Estos otros no pueden estar a favor de la reelección directa de legisladores, va en contra del corporativismo porque las candidaturas son moneda corriente para comprar adeptos; por lo mismo es impensable que den acceso a la posibilidad de candidatos independientes. Estos otros tuercen lo que sea con tal de impedir la reglamentación del plebiscito, del referéndum y la revocación de mandato, son decisiones, dicen, que les corresponden por derecho de casta, y deciden no decidir. Estos otros se espantan ante la transparencia y la rendición de cuentas, ¿cómo queremos que hagan su trabajo si nomás estamos mirándolos y preguntando? Nuestro poder de decisión está para ejercerse cada tres años y está circunscrito a las opciones que estos otros deciden darnos. ¿Podemos decidir que se haga justicia a los bebés quemados en Hermosillo por la corrupción y estupidez de estos mismos otros? No.

Si votamos por alguno de los partidos que nos proponen, seguiremos dejando que estos otros mantengan su república alterna a nuestras costillas; pero también si anulamos o nos abstenemos. Es decir: tengamos cuidado al identificar a los otros que los otros ya conocidos nos quieren vender como dañinos: los ciudadanos ejerciendo su derecho-obligación de votar no son el origen del rumbo que toman las cosas públicas, así voten por alguien, no vayan a las urnas o anulen su boleta. Son esos otros enquistados en el presupuesto quienes deben hacerse cargo de los distintos niveles que puede tener el mensaje que sin duda contiene toda votación. Tan respetable es quien opta por un partido como quien se abstiene o anula; no les hagamos el juego a quienes amarran navajas para simular un estado democrático, una venturosa transición política.

Una muestra de lo que los otros ya conocidos pueden hacer con las decisiones que según ellos tomamos nosotros, la tenemos en Iztapalapa, ciudad de México: ahí Andrés Manuel López Obrador, que está en contra del voto nulo, quiere que el movimiento que él creó anule el de los ciudadanos de esa delegación: voten por el PT, si gana, el electo va a renunciar para que gobierne una por quien ustedes no votaron.

Si nos ponemos estrictos, y ya es hora: no importa por quién sufragues, en este país los votos nacen nulos por taras de genética política. Quizá es momento de aumentar el valor del gesto de anular: que el voto anulado conscientemente sea símbolo del cambio que exigimos, uno al que inclusive los iraníes se atreven.
abenavides@milenio.com

¿Y después de anular el voto?

Manuel López San Martín
¿Y después de anular el voto?
20 de junio de 2009



El miércoles, el IFE organizó el ciclo Voto razonado. Ahí, académicos, especialistas y analistas coincidimos para intercambiar ideas a favor y en contra del voto nulo.

En lo personal, defendí la propuesta de acudir a la urna y anular el sufragio el 5 de julio. Me parece que hacerlo es una alternativa válida ante el estado actual de nuestro sistema de partidos, que viola los derechos políticos de los mexicanos, no garantiza el derecho a ser votado, obstaculiza la rendición de cuentas, castiga la continuidad de proyectos y premia la obediencia partidista.

En los próximos comicios anularé mi voto porque creo que la partidocracia tiene secuestrado al país. PRI, PAN, PRD, PT, Convergencia, PVEM, Nueva Alianza y Socialdemócrata representan, en esencia, lo mismo. A nivel ideológico tienen diferencias. Pero en la práctica son muy similares. Todos, unos más que otros, repiten los mismos vicios y representan la búsqueda del poder por el poder. Los ocho buscan y utilizan al ciudadano sólo en época electoral para arrancarle el voto y después lo abandonan. Ninguno tiene como eje rector la vinculación con el ciudadano. Todos sucumben ante el poder del dinero y mantienen aliados impresentables. Prometen lo incumplible con tal de ganar votos. Ninguno rinde cuentas de su actuar a la sociedad. Todos hacen un uso patrimonialista del poder.

Así que en esencia sí, todos los partidos representan lo mismo. Por eso anularé mi voto. Lo haré porque: anular no es mostrar indiferencia; ningún partido me convence; ante el genuino y espontáneo movimiento que crece día a día en pro de la anulación, los partidos nos responden con oídos sordos, indiferencia y hasta regaños; durante las actuales campañas, las propuestas, ideas y proyectos escasean, y a cambio, la partidocracia nos regala frases trilladas, propuestas incumplibles, candidatos mediocres y promesas sin sustento; me resulta insostenible seguir votando por el menos malo de los candidatos de la mediocre gama que la partidocracia nos presenta; y creo en la vía democrática y en el voto. Por eso el llamado es a participar, sí, para no renunciar a un derecho cívico, pero anularlos a todos, para mostrarles así el descontento y el hartazgo.

La opción de anular el voto como una forma de protesta en contra de la ineficacia y el abuso de los partidos políticos ya arroja, aun antes del 5 de julio, los primeros saldos positivos. Por lo menos hoy la partidocracia debate el tema, lo cual ante la indiferencia mostrada regularmente por la clase política hacia la ciudadanía ya es ganancia.

Pero los partidos se equivocan en el diagnóstico. Criticando a quienes se oponen a seguir votando por el menos malo, y no a ellos mismos por ser causantes de la pérdida de confianza ciudadana, se exhiben de cuerpo entero.

Si en verdad quieren demostrar que les importa la ciudadanía, hay propuestas que deberían plantear para recobrar parte de la confianza perdida. Que comiencen por reducirse el gasto público que, desde el Congreso, se asignan a sí mismos; que den marcha atrás al monopolio que ostentan para postular a candidatos de elección popular y abran las candidaturas ciudadanas; que se pronuncien por la eliminación de legisladores plurinominales, que se comprometan con la reelección de éstos y de presidentes municipales…

El genuino y espontáneo movimiento ciudadano que se gesta y tiene, hasta ahora, como principal bandera la anulación del voto en los comicios del 5 de julio es más que una manifestación de hartazgo, descontento y hastío hacia la clase política. Es la muestra de que existe una franja de ciudadanos dispuestos a plantear ideas y propuestas de altura para contribuir así al fortalecimiento de nuestra endeble democracia.

Por eso el asunto de fondo es que la protesta no se quede en eso, que quienes coincidimos e incluso quienes se oponen pero buscan dotar de más y mejores mecanismos de participación al ciudadano seamos capaces de articular un movimiento con una agenda común que trascienda el 5 de julio. Que busquemos, en esencia, dotar de mayor poder a la ciudadanía y hacer participante al principal actor de la democracia: el ciudadano.

Pasar, pues, de la crítica y el reclamo a la propuesta y la acción. Ante la parálisis de nuestros políticos, la responsabilidad debe recaer en nosotros, los ciudadanos. ¿Estamos dispuestos a asumir el compromiso?

http://blogs.eluniversal.com.mx/contracorrientem.lopez.sanmartin@gmail.com

Presidente de Construyamos un Mejor País, AC, y analista político en Proyecto 40




AnaIsabel
2009-06-20|14:04
Guadalajara

Estoy de acuerdo que somos nosotros los ciudadanos los que debemos promover que tomen seriamente nuestras exigencias. Yo anularé mi voto. Y me gustaría que dedicaras un blog para contarnos lo que se vivió el miércoles en el IFE, para que los que estamos a favor de anular el voto tengamos una idea de lo que se manejó ahí.

miércoles, 17 de junio de 2009

Y después de anular el voto, ¿qué?

Y después de anular el voto, ¿qué?
17-junio-2009


Hoy, el IFE organiza el ciclo de mesas “Voto Razonado” en el que participaré junto con José Antonio Crespo, Leo Zuckerman, Jesús Silva-Herzog Márquez, Federico Reyes Heroles, Ernesto García Montaño, Lorenzo Córdova, Jorge Buendía, Sergio Aguayo, Denise Dresser, Jorge Alcocer y José Woldenberg. Por ello, les comparto parte del pronunciamiento que haré por la tarde.

La idea del Foro es discutir sobre los pros y contras del voto blanco. La transmisión puede seguirse en vivo a través de la página del IFE.

***

Sin propuestas ni ideas, los partidos recomiendan al ciudadano votar sólo por el hecho de hacerlo y se lanzan con todo en contra de quienes nos manifestamos por anular el voto.

Quienes jamás logran ponerse de acuerdo, ahora sí, ante el creciente hartazgo ciudadano que se manifestará en las urnas el 5 de julio, logran un punto de coincidencia.

La partidocracia, debería mirar más allá de su ambición por el poder… No se trata de votar por votar. Se trata de votar por una opción que nos convenza, no por el menos malo.

En lugar de criticar a quienes nos pronunciamos por anular el voto, los partidos políticos deberían ocuparse en convencernos de sufragar por ellos.

Si quieren demostrar que les importa la ciudadanía, hay propuestas muy claras y concretas que deben plantear para recobrar parte de la confianza perdida.

Medidas que representan, en esencia, dotar de mayor poder a la ciudadanía. Hacer participante al principal actor de la democracia: el ciudadano.

Una agenda que contemple, a reserva de discutirla y ampliarla al menos nueve puntos:

1.- Instaurar la figura de voto blanco o la opción NO. Si en una elección, ya sea municipal, estatal o federal, la opción NO o la figura de voto blanco es mayor a lo que recibe el candidato o partido que obtenga mayor número de votos, la elección debe declararse nula y deberá convocarse a una nueva con distintos candidatos, pues los presentados no convencieron al ciudadano. Además, esta figura deberá considerarse al momento de otorgar prerrogativas y financiamiento a partidos políticos.

2. Candidaturas ciudadanas o independientes. Las candidaturas independientes son un derecho elemental que debe respetarse: votar y ser votado sin pasar por el filtro de las cúpulas partidarias. Representan la oportunidad de competir por un cargo sin atarse a un partido.

3. Reelección de los diputados y senadores. En el régimen actual, ni los diputados ni los senadores tienen la obligación ni convicción de rendir cuentas de sus acciones ante sus electores. Y no tienen por qué hacerlo. Su destino depende, al final, de la cúpula partidaria, no del ciudadano. Por eso es necesaria la reelección, para premiar o castigar a sus representantes, lo que obligaría a los legisladores a rendir cuentas.

4. Reducción de los diputados de representación proporcional. Los 200 diputados de representación proporcional dependen directamente de las cúpulas partidarias y a ellas rinden cuentas, pues no están vinculados con localidad alguna. Lo ideal sería que esa figura desapareciera, pero podría quitar pluralidad al Congreso, sin embargo, se puede reducir su presencia a la mitad.

5. Desaparición de los senadores de representación proporcional. La figura carece de lógica y sentido. El pretexto para validar su existencia fue que el Senado no era plural. Ya no es el caso. Los senadores representan a los estados de la Federación, no a un sector de la población, por lo que hay que eliminar a los senadores de representación proporcional.

6. No a la censura. Es necesario garantizar el derecho a la libertad de expresión. Hay que reivindicar el derecho de todo ciudadano u organización a manifestar sus opiniones en tiempos electorales y no electorales por cualquier medio de comunicación.

7. Reducción del financiamiento público a los partidos políticos y rendición de cuentas. La formación de un partido y su registro se han vuelto un negocio muy rentable. Debe reducirse drásticamente el dinero que se asigna a los partidos y además, estos deben rendir cuentas a la sociedad de cómo y en qué gastan sus recursos.

8. Autonomía y ciudadanización IFE. No deberán ser más, los partidos, quienes nombren a los Consejeros electorales. Además, la figura de un contralor interno del IFE nombrado por la Cámara de diputados debe desaparecer, pues su diseño y objetivo es presionar a los consejeros y someterlos a los partidos políticos.

9. Crear las figuras de referéndum y plebiscito e iniciativa popular. Hay que otorgarles a los ciudadanos el derecho a decir sí o no sobre cuestiones fundamentales para el Estado y la nación. Es necesario dotar ala ciudadanía de más mecanismos de participación directa.

***

El genuino y espontáneo movimiento ciudadano que se gesta y tiene, hasta ahora, como principal bandera la anulación del voto en los comicios del 5 de julio es más que una manifestación de hartazgo, descontento y hastío hacia la clase política. Es, por el contrario, la muestra de que existe una franja de ciudadanos dispuestos a plantear ideas y propuestas de altura para contribuir así, al fortalecimiento de nuestra endeble democracia.

Quienes nos hemos pronunciado por anular el voto somos, en su gran mayoría, ciudadanos sin partido que no nos sentimos representados por partido político alguno y a quienes nos resulta insostenible seguir siendo cómplices de un sistema que margina a la sociedad civil y por tanto, nos negamos a continuar votando por el menos malo de la mediocre gama de candidatos que la partidocracia nos presenta en cada proceso electoral.

Y ojo, no hay que confundir: Anular el voto no es mostrar indiferencia. Votar nulo es votar.

Detrás de un voto nulo hay un ciudadano inconforme, activo e informado. Un ciudadano dispuesto a contribuir, con su granito de arena, a enfrentar a la partidocracia.

Al final, el 5 de julio, sabremos cuántos somos. El mensaje es claro y puede resumirse en un rotundo no a la partidocracia, y un profundo deseo de sí a la participación ciudadana.

La fecha se acerca. El 5 de julio debemos hacernos escuchar en las urnas. Y a partir del 6 de julio, tendremos que empezar a construir un gran movimiento nacional que ponga sobre la mesa las legítimas demandas ciudadanas que nos unen.

Ante la parálisis de nuestros políticos, la responsabilidad debe recaer en nosotros, los ciudadanos, la pregunta es si estamos dispuestos a tomar la bandera y comprometernos con la transformación de nuestro país.

¿Cómo la ven?

Vengan sus participaciones.

Aquí nos encontramos.

lunes, 15 de junio de 2009

La Jornada: Votación cómplice

Votación cómplice
Gustavo Esteva/ I
La profunda polarización de la sociedad mexicana se hará bastante evidente el 5 de julio. Pero las evidencias serán confusas. Lo que nos divide seguirá siendo impreciso.

La polarización no enfrentará a quienes votarán por algún candidato o partido con quienes anularán su voto. Hay entre ellos más coincidencias que diferencias y comparten el descontento que afecta al país entero.

La irritación con las clases políticas se observa hasta entre quienes forman el voto duro de cada partido. Ahí están militantes que votarán siempre por su partido, aunque estén muy enojados con él. Y están también quienes son forzados a votar, con presiones, amenazas o manipulaciones, y lo hacen a disgusto, 'bajo protesta'.

Muchas personas irán a votar porque piensan que no hay otra opción y les machacan continuamente que es su obligación hacerlo, no porque estén satisfechos con lo que ocurre o por un 'compromiso democrático'. Algunos descontentos están buscando afanosamente el candidato menos malo, para tratar de dar algún sentido a su voto.

Será una votación sin interés ni entusiasmo, realizada por ciudadanos frustrados, resignados y molestos que se sienten atrapados en una situación de la que no saben cómo salir. Se apegan al patrón establecido porque ninguna otra cosa tiene sentido actual para ellos y porque se les ocultan o criminalizan las alternativas.

No es convincente la conjetura de que la promoción del voto nulo es una conspiración de la derecha. La impulsan ciudadanos de muy diversas afiliaciones políticas.

Carece de sustento la hipótesis de que el voto nulo y la abstención beneficiarían sólo al PAN, el PRI o la 'ultraderecha'. Aparentemente, sólo si la votación se redujera sustancialmente el PRD y el FAP podrían rebasar su meta optimista de 18 por ciento, el nivel de las votaciones recientes: con 70 por ciento de abstención y voto nulo, su voto duro podría alcanzar sin dificultad la tercera parte de los votos por partido…

Entre los votantes y hasta entre los candidatos existen personas muy estimables, íntegras, seriamente interesadas en el bien común y dispuestas a dar la vida o por lo menos toda su energía, esfuerzo y pasión por aquello en lo que creen: el régimen político actual y su manera específica de constituir el poder político y practicar el gobierno, eso que todavía llaman 'democracia'. No es muy democrático, sin embargo, que descalifiquen todo intento de construir otro género de democracia. 'No votar sirve al autoritarismo', dicen por ejemplo algunos de ellos. Habrá que divulgarlo en Finlandia, donde votó menos de 20 por ciento la semana pasada.

Irá a votar, probablemente, una minoría de la población. El voto será posiblemente menor que el de 2003, cuando votó 42 por ciento de los electores. Al dar ese voto desganado, que respalda al sistema político y económico dominante, esa minoría quedará enfrentada a una mayoría que ya está harta de él. No serán tantos como antes los que se abstengan por apatía, indiferencia y falta de responsabilidad política. Una serie de factores ha estimulado la participación política. Pero esos mismos factores y otros han producido inmenso desencanto, que provoca creciente deserción de las urnas, en México y en todo el mundo.

Entre quienes se abstienen de votar hay un número incierto de personas cuyo pensamiento se asemeja mucho al de los que votan 'bajo protesta': piensan también que el régimen dominante es la única opción. Expresan su descontento con la abstención porque consideran estéril el procedimiento: no logrará cambiar algo que ya se pudrió. Es una abstención sin esperanza alguna.

En contraste, un número muy grande de abstencionistas, quizás la mayoría, dejará de votar esta vez como expresión de una postura política clara. No quieren hacerse cómplices de un régimen en el cual, como dice el Comité Invisible y recordé aquí hace 15 días, política y policía se han vuelto sinónimos y las elecciones sólo sirven para definir quién tendrá el privilegio de ejercer el terror.

Tales abstencionistas, además, no sólo están convencidos de que existe opción, sino que se dedican a construirla desde abajo y a la izquierda. Consideran que, en las circunstancias actuales, la vía electoral y la democracia representativa son la peor de las opciones disponibles.

Más que por el voto nulo, el gobierno, los partidos y los votantes deberían preocuparse seriamente por este sector de abstencionistas comprometidos, políticamente muy activos, entre los cuales predomina la convicción de la no violencia y la pasión democrática. Es falsa la dicotomía democracia formal/dictadura, como es falso que la única alternativa al camino electoral sea la vía armada.

La opción está a la vista… pero se necesita cierto tipo de mirada para atreverse a verla.

gustavoesteva@gmail.com

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¿Por qué anular el voto?
15-junio-2009


El genuino y espontáneo movimiento ciudadano que se gesta y tiene como principal bandera la anulación del voto en los comicios del 5 de julio es más que una manifestación de hartazgo, descontento y hastío hacia la clase política. Es, por el contrario, la muestra de que existe una franja de ciudadanos dispuestos a plantear ideas y propuestas de altura para contribuir así, al fortalecimiento de nuestra endeble democracia.

Quienes nos hemos pronunciado desde hace meses por anular el voto somos, en su gran mayoría, ciudadanos sin partido que no nos sentimos representados por partido político alguno y a quienes nos resulta insostenible seguir siendo cómplices de un sistema que margina a la sociedad civil y por tanto, nos negamos a continuar votando por el menos malo de la mediocre gama de candidatos que la partidocracia nos presenta en cada proceso electoral.

***

Anular el voto no es mostrar indiferencia.

Anular el voto es manifestarnos para exigir un cambio; es señalar que queremos una nueva forma de hacer política; es expresar que reclamamos partidos que rindan cuentas a la sociedad; es hacer notar que no toleraremos más una partidocracia que excluya a la ciudadanía; es protestar en contra del monopolio que los partidos políticos ostentan para postular a candidatos de elección popular; es exigir que se abran las candidaturas ciudadanas e independientes; es demandar la reducción de diputados y desaparición de senadores plurinominales; es protestar contra el escandaloso gasto público que los partidos, desde el Congreso, se asignan a sí mismos; es hacer latente la necesidad de instaurar la reelección en el legislativo y a nivel municipal; es reclamar que se instituyan las figuras de referéndum, plebiscito e iniciativa popular; es manifestar que requerimos representantes que tomen en cuenta a sus representados; es señalar que urgimos la necesidad de políticos que atiendan las necesidades ciudadanas y que pedimos servidores públicos que trabajen por y para la sociedad.

Anular el voto no es un capricho. Anular el voto no es una moda. Anular el voto no es llevar la contra. Anular el voto es una decisión pensada e informada. Anular el voto es una postura valiente. Anular el voto es no permanecer impávido ante un país y una democracia que se nos va de las manos.

***

Detrás de un voto nulo hay un ciudadano inconforme, activo e informado. Un ciudadano dispuesto a contribuir, con su granito de arena, a enfrentar a la partidocracia.

Detrás de un voto nulo hay un ciudadano que ha dado el primer paso y que, seguramente, esta dispuesto a seguir protestando y exigiendo.

Al final, el 5 de julio, sabremos cuántos somos. El mensaje es claro y puede resumirse en un rotundo no a la partidocracia, y un profundo deseo de sí a la participación ciudadana.

Claro, podría argumentarse y con razón, que aún con un histórico nivel de votos anulados, la partidocracia se repartirá el botín. Cierto, pero en esta democracia, votar en blanco o no acudir a la urna, es tan útil como sufragar por cualquiera. Sirve de muy poco.

Por eso el llamado es a participar, sí, para no renunciar a un derecho cívico, pero anularlos a todos, para mostrarles así nuestro descontento y hartazgo.

La fecha se acerca. El 5 de julio debemos hacernos escuchar en las urnas. Hay que dar el primer paso. No será el último ni el definitivo, sin duda, pero no parece haber otra forma de manifestar nuestro enojo. Que la partidocracia nos escuche. La próxima elección parece ser el inicio de un camino que buscará el empoderamiento ciudadano frente a la clase política. El trayecto será tan largo o corto como deba serlo. Y a partir del 6 de julio, tendremos que empezar a construir un gran movimiento nacional que ponga sobre la mesa las legítimas demandas ciudadanas que nos unen.

¿Ustedes cómo la ven?

Vengan sus participaciones.





Buen día Manuel, dejaste perfectamente claro el asunto. Todo eso es lo que demandamos los movimientos de anulación del voto. Reconozco la nulidad de anular el voto en relación a como funciona el sistema electoral actualmente, pero también reconozco mi derecho a actuar con dignidad y decidir razonadamanete anular mi voto. Entiendo que hay riesgo con el 'voto duro' tan aceptado, pero también creo que está sobre-valorado dicho voto. Hay muchísima gente dentro de los sindicatos que no votarán por quienes se les pida, simplemente porque quieren un cambio también. Por mi parte, creo que ya hemos ganado mucho todos al debatir públicamente el sentido del voto y las reformas que serán necesarias para que los ciudadanos participemos más y los políticos puedan contar con nuestra confianza. Un Saludo a todos, aunque voten por quien quieran. yoanulomivoto.blogspot.com
Enviado por Ana Isabel - 15-junio-2009 a las 11:44





Acerca del autor

Manuel López San Martín

Actualmente es presidente de Construyamos Un Mejor País, asociación civil que busca el fortalecimiento de la ciudadanía frente a la clase política y analista en los espacios Informativos de Proyecto 40. Además, colabora en Radio Fórmula, W radio y el semanario emeequis.

Publicado en el blog de el Universal hoy 15 de junio de 2009

domingo, 14 de junio de 2009

A los Consejeros del Instituto Federal Electoral

A los consejeros del Instituto Federal Electoral:
Los ciudadanos mexicanos que les enviamos este correo les decimos que estamos cansados de tanta simulación y tanta burla en relación al poder de decisión que tenemos  para incidir en los asuntos mas importantes que nos afectan a todos.

Por lo tanto creemos que no es con solo poner un tache en el logotipo de algún partido político legalmente registrado, como debemos expresar nuestro sentir ò nuestra opinión
Con respecto a los procesos electorales y otros asuntos de suma importancia para el país,

Exigimos que en este proceso electoral de julio del 2009, donde un gran numero de ciudadanos anularemos nuestro voto por no existir entre los partidos políticos actuales, alguno que cubra nuestras expectativas de un verdadero compromiso por sacar adelante al país, respetando las leyes, siendo honestos, cumpliendo los compromisos de campaña y sobre todo impulsando el referendo revocatorio y la consulta popular en la constitución, para poder ejercer realmente nuestro poder de decisión.

Exigimos que el I.F.E. de a conocer públicamente los resultados de votos anulados y las demandas que en el reverso de la boleta de votación hayan puesto los ciudadanos.

Vea todos los comentarios aquí:

www.votapornadie.com.mx



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viernes, 12 de junio de 2009

jueves, 11 de junio de 2009

No me dejo...

Tache a todos

miércoles, 10 de junio de 2009

Interesante conferencia ...

Exposición de la Comisión de la Verdad y la Re...Image by Daquella manera via Flickr

Elementos conceptuales sobre la reconciliación


Prevención de conflictos
Comisión de Conciliación Nacional

Este documento es una compilación para el debate conceptual de la reconciliación realizado por la Comisión de Conciliación Nacional de Colombia. Como su titulo original indica Aporte compilatorio para el debate conceptual de la reconciliación no se dan conclusiones: no obstante Futuros considera un excelente resumen para los interesados en los procesos de reconciliación.

Del seminario 'Assumer le Passé pour Construire l´avenir en Común'
realizado en Berlín del 31 de enero al 02 de febrero de 2005 por FES y la GTZ

* El término inglés de 'reconciliation' no está claramente definido, ni existe una traducción literal del mismo en diferentes lenguas, lo que podría suscitar cierta resistencia en ciertos países. Si un país no tiene su 'propio' concepto de reconciliación, los habitantes podrían tener la impresión de que ha sido algo impuesto.
* De todas maneras hay puntos comunes en la idea de que 'grupos enemigos intentan establecer entre ellos una relación pacífica' al igual que en ciertos puntos:

Reconciliación no quiere decir obligatoriamente 'olvidar' ni 'perdón'

o Reconciliación no quiere decir obligatoriamente 'olvidar' ni 'perdón'
o La reconciliación es un proceso de largo aliento que no sigue un esquema pre – establecido, sino que es movido por una dinámica específica del contexto
o La reconciliación debe provenir del seno de la sociedad y no puede ser impuesta por el exterior
o El acento de la reconciliación, más que sobre lo individuos, debe ser social
o Una reconciliación social debe ser un proceso colectivo e integrativo y requiere cambios sociales y políticos profundos

* La reconciliación es un concepto contextual que reagrupa las necesidades específicas de una sociedad.

Verdad y Justicia

* La declaración y documentación de la verdad, así como la penalización judicial de sus autores son parte de los procesos de reconciliación. Aunque no existe una verdad única ni una justicia completa, una aspiración permanente hacia más verdad y mejor justicia, restituye la dignidad a las víctimas de la violencia. Una justicia encaminada a reparar los daños cometidos (justicia restaurativa) es preferible a una pura justicia penal.

Ayuda a las víctimas y abandono del rol de víctima

La ayuda a las víctimas es ante todo una obligación moral, pero sirve también en el largo plazo a los intereses de reconstrucción social

* Un aspecto muy importante de la reconciliación es el abandono del rol de víctima, tanto por el individuo, como por la sociedad. Las víctimas están con frecuencia profundamente traumatizadas y por lo tanto incapaces de retomar su lugar en la vida social y participar de la reconstrucción social.

* La ayuda a las víctimas, tanto en sus necesidades fundamentales como en sus necesidades sico-sociales es ante todo una obligación moral, pero sirve también en el largo plazo a los intereses de reconstrucción social.
* Reconocer el hecho que en cada grupo no hay solamente víctimas, sino también culpables y viceversa, es una experiencia dolorosa pero necesaria.

Tiempos y desarrollo de la reconciliación

* No existe una sucesión preestablecida de etapas en el proceso de reconciliación. Existen, sin embargo, un cierto número de pre- requisitos que pueden ayudar a un proceso de reconciliación.

El proceso de reconciliación no puede avanzar, hasta tanto los individuos no se sientan protegidos contra la violencia

* El proceso de reconciliación no puede avanzar, hasta tanto los individuos no se sientan seguros, se sientan protegidos contra la violencia. En un sentido amplio, la seguridad significa también la satisfacción de necesidades fundamentales. (alimentación, alojamiento)
* Es necesario que existan algunos actores locales que tomen la iniciativa y asuman responsabilidades de su reconstrucción.
* La reconciliación necesita un cambio social y político profundo.

¿Cómo puede la comunidad internacional mejorar su respaldo a los procesos de
reconciliación?

* Manifestar una solidaridad con sentido crítico, pero no imponerse.

Los procesos de reconciliación avanzan poco a poco, el éxito no es inmediatamente visible y el camino emprendido está lleno de obstáculos

* Un respaldo internacional es necesario, pero el desarrollo y la velocidad de los procesos de reconciliación dependen de fuerzas interiores de la sociedad.
* En importante contar con un acompañamiento fiable y crítico del proceso por parte de la comunidad internacional.
* Los procesos de reconciliación avanzan poco a poco, el éxito no es inmediatamente visible y el camino emprendido está lleno de obstáculos, por lo que la ayuda internacional debe estar caracterizada por la paciencia y la continuidad. El soporte a comisiones de verdad y reconciliación así como a la transformación de ciertas partes del sistema social pueden ser muy útiles.
* Toda aproximación hacia la reconciliación debe considerar la historia del conflicto y la cultura que reglamenta los conflictos en esa sociedad. Antes de intervenir, la comunidad internacional debe analizar las razones del conflicto y los conceptos locales en materia de reconciliación.

Del texto 'transiciones y reconciliaciones: cambios necesarios en el mundo actual'
de Mario López Martínez No. 11 año 2005, volumen 3

El tiempo y el ritmo de las reconciliaciones

* ¿Cuál es el lugar del perdón en la telaraña de los conceptos que afectan a la reconciliación? ¿Puede el perdón estar justificado para todo y para todos?
* Aquí se quieren presentar los principios políticos (no jurídicos ni teológicos) usados para justificar el perdón y el posible alance de su aplicación.
* El término de reconciliación se ha convertido – gracias a la investigación para la paz – en una categoría conceptual de primer orden en el campo de la política.
* Construir una sociedad que sea capaz de regular mejor los niveles y grados de violencia y que apueste por dignificar los elementos centrales de los seres humanos: su vida y su libertad. En este sentido la reconciliación es un intento de superación de errores anteriores y un propósito de no volver a engrosar los horrores de la abyección.

Acerca del tema ¿Olvido o memoria?, Futuros recomienda el ensayo La 'cultura de la memoria': problemas y reflexiones

publicado en esta edición

* ¿Olvido o memoria? sobre este particular cabe apreciar cuánto puede estar mediatizada la reconciliación en función de la necesidad de reconciliar utilizado una de estas dos piezas, o manteniendo un difícil equilibrio equidistante entre ambas.
* Si las naciones tuvieran que construir su historia sólo sobre la base de la cantidad de cadáveres y de héroes, es muy posible que la reconciliación no llegue nunca por el insoportable peso del pasado. En algún momento hay que cortar la espiral de la violencia, alimentada por el odio aprendido de los violentos, las ausencias y las furias del pasado. Sin embargo hay que resaltar el valor inmenso de la memoria que ha traspasado el tiempo para recuperar las voces silenciadas y poco a poco han logrado romper las inclemencias del olvido para denunciar la muerte.
* La justicia permite, sobre todo, rescatar a todas las partes de sus posiciones iniciales, facilitando el camino hacia la reconciliación.
* No todos viven de manera similar el proceso de reconciliación, ni por la perspectiva ni por la intensidad, ni por el grado de profundidad al que se espera llegar. Para los no directamente implicados, la reconciliación parece un proceso normal y natural de superación de etapas pretéritas. Para los victimarios es una oportunidad para ser aceptados como miembros de pleno derecho en la nueva sociedad sin quedar estigmatizados o marcados. Para estos debe haber un proceso acelerado y rápidamente superable: una paz apresurada. En cambio para las víctimas la reconciliación lo es cuando toas sus posibles etapas, condiciones y grados se han ido consiguiendo, desde el conocimiento de la verdad de lo que sucedió a la restitución de la justicia, pasando por la rehabilitación de familiares y víctimas, la reconstrucción sicológica y social, la creación de espacios nuevos de participación y confianza, etc.
* ¿Y las mujeres qué pueden hacer por la reconciliación? las mujeres, al rebelarse contra su papel de víctimas de la guerra y de la violencia, al asumir su protagonismo en la lucha por la justicia, por evitar el olvido o la amnesia, en su búsqueda imperturbable de los desaparecidos, o en la conservación de las costumbres de su comunidad, o en el cuidado de la familia, del hogar o de la educación de sus hijos en la ausencia de los hombres, se constituyen en motores centrales de la paz y la reconciliación, aun no del todo reconocidas, pero sin las cuales aquella se hace más difícil y costosa.

Los contextos para la reconciliación

* Existen contextos incorrectos para comprender la reconciliación. Está mal el uso de reconciliación como 'paz apresurada' que está hecha para vencedores y por vencedores contra los criterios de justicia de los vencidos, o auspiciado por potencias externas al conflicto, o que eluda el análisis de las causas que originaron el sufrimiento, o entenderla como un mero perdón entre todos, como un olvido acelerado, como la llegada sin más a un nuevo contexto político.

El proceso de reconciliación debe reconocer la violencia cometida y debe proponerse erradicar las condiciones que pueden hacer posible su continuación o reparación

* Para que exista reconciliación, tiene que haber previamente liberación, entendida como el fundamento esencial que puede hacer superar las muchas formas en las que se manifiesta la violencia. El proceso de reconciliación debe reconocer la violencia cometida y debe proponerse erradicar las condiciones que pueden hacer posible su continuación o reparación.
* No vale una reconciliación como simple proceso administrativo, que sea un mero regateo de negociación y de mercadeo para satisfacer intereses superfluos de ciertas partes.
* La utilización del perdón y la reconciliación pueden tener un efecto meramente político. Pero más allá del efecto psicológico reparador, restan factores materiales, sociales, económicos y políticos sin los cuales aquel efecto puede resultar insatisfactorio y hasta hipócrita.
* Una vez más se invoca que la reconciliación no es posible sin auténtica justicia, pero ¿cómo es posible esta cuando los resortes más importantes y los aparatos del Estado siguen en manos de muchos de los que violaron las leyes o, aún admitiendo la buena voluntad, carecen de los más elementales recursos para poner en marcha causas e investigaciones con las suficientes garantías procesales?
* Un verdadero proceso de reconciliación necesita algún tipo de reparación y restitución y parte de el debe tener fundamentación económica (como extensión de la justicia), lo que complica la cosa en una economía con incapacidad para responder.
* … y si los trabajos y los informes finales que realizaron las comisiones de la verdad, el esclarecimiento histórico, el perdón, etc., son importantes como hitos en el camino de la reconciliación, no termina aquí el proceso. Resta que otros actores e instituciones, autores no materiales del daño producido a la sociedad en conflicto, pero sí responsables intelectuales, morales o espirituales del mismo, sean empresas, medios de comunicación, sistemas educativos, iglesias, etc., que se pronuncien positivamente para reparar, restituir o rehabilitar, asumiendo su implicación y colaboración histórica en los perjuicios producidos.
* La reconciliación significa perdonar la deuda con la democracia de quienes la combatieron pretendiendo acabar con sus defensores, pero en absoluto de nivelar sus valores y sus símbolos con los de la dictadura y la autocracia.
* La 'no violencia' ayuda a la reconciliación. Los principios que fundamentan esta teoría pueden resultar bastante útiles. Entre ellos, la recuperación de la palabra, el diálogo y la escucha (la historia de la violencia ha sido en gran medida la historia de la negación de la palabra, de la privación de la palabra a grupos que han debido permanecer forzadamente en el silencio). Lo más significativo del ser humano – para expresar su identidad, su dignidad y su libertad – es precisamente la posibilidad de expresarse como tal a través de la palabra. Muchas víctimas, muchos desaparecidos han sufrido la negación del verbo, que es una forma de olvido y de muerte civil. La palabra y la memoria ayuda a la reconciliación porque permite un reconocimiento de la otredad, de la diversidad de discursos, de perspectivas, de identidades.
* Saber superar la violencia y tener alternativas a esta es parte, también, del trabajo desde la reconciliación.

Condiciones para la reconciliación

* Reconocer que ha habido víctimas y victimarios y perfilar el papel que ha tenido cada actor durante el conflicto, despertando la alarma social, la moral, voces silenciadas, las primeras denuncias, los primeros debates verdaderamente públicos. Un trabajo de recuperación y rescate de la memoria. Hay sociedades donde este reconocimiento se hace durante la lucha armada y la violación de los derechos humanos, pero puede ser un falso reconocimiento que no ayuda a la reconciliación, sino a la justificación de las violaciones cometidas: serían entendidas como meras pérdidas de guerra. No, no es esto.
* Hay que saber qué sucedió, hay que cuantificar y cualificar el daño producido y los responsables directos.

Muchos procesos de reconciliación fracasan total o parcialmente porque las agendas y planes de la reinserción no se han planteado bien, o carecen de recursos económicos, que en muchas ocasiones quiere decir, falta de voluntad política

* Fases del perdón, del reconocimiento y de la justicia. Se comienza por un estado de evidente temor, recelo y desconfianza social y política, especialmente hacia aquellos sectores que habiendo sido victimarios o habiendo sido aparentemente neutrales, pretenden ser ahora los motivadores de cambios políticos y reconciliación.
* La prensa puede jugar un papel destacadísimo de carácter pedagógico y moral, del que nunca debiera de sustraerse, propiciando foros de encuentro y acercando posiciones encontradas.
* Debe estar claro que el sujeto fundamental de toda reconciliación es la sociedad. Sin embargo hay espacios concretos de negociación y pacificación en donde no puede estar toda la sociedad negociando entre sí. Hay que definirse mediadores, árbitros, intervinientes, cómo manejar la información, etc.
* Se debería establecer qué va a pasar con aquellas personas que han sido acusadas por comisiones de la verdad y han soportado causas judiciales, o se han beneficiado de alguna forma de amnistía o perdón político.
* En gran medida, muchos procesos de reconciliación fracasan total o parcialmente porque las agendas y planes de la reinserción no se han planteado bien, o carecen de recursos económicos, que en muchas ocasiones quiere decir, falta de voluntad política.
* La reconciliación nacional de alguna forma se cierra cuando la democracia se ha consolidado como régimen en el que todas las aspiraciones razonables son posibles y donde ninguna causa política o social es olvidada. La democracia consolidada puede amortiguar y dar mejor curso a las tensiones que puedan restituir las condiciones del conflicto.

Del texto 'Verdad, Justicia y Reparación: desafíos para la democracia y la convivencia
social' del Institute for Democracy and Electoral Assistance (IDEA)
y el Instituto Interamericano de Derechos Humanos (IIDH)

* La reconciliación se ha visto muchas veces desde un punto de vista estrictamente de Derechos Humanos. En la mayoría de los casos, los liderazgos políticos no han incluido el tema de reconciliación de una manera estructurada en la agenda global de la paz y la democracia.

No existe consenso sobre la idea de que la verdad y la justicia sean en sí mismas una garantía suficiente para la reconciliación

* La reconciliación es considerada como un proceso dinámico, muy complejo y de largo plazo. No puede ser impuesta desde afuera ni hay recetas ni modelos válidos para todos. El reconocimiento de la verdad y la aplicación de la justicia constituyen elementos esenciales de la reconciliación.
* Está el término complejo de 'reconciliación' sobre el cual no hay consenso sobre su definición y alcance. Además de la cuestión de si es posible hablar de reconciliación en sectores que jamás estuvieron conciliados, existe confusión entre la reconciliación como fin y la reconciliación como proceso. La reconciliación como fin en sí, es una ambición, un ideal que le da dirección al proceso de cambio y lo hace más contundente; pero es la reconciliación como proceso la que garantiza el cambio efectivo, gradual y sostenible en las relaciones sociales.
* La reconciliación ha sido vista sobre todo, desde el punto de vista de la justicia transicional y desde una perspectiva de los derechos humanos, percibidos fundamentalmente como derechos civiles y políticos. Al día de hoy no existe consenso sobre la idea de que la verdad y la justicia sean en sí mismas una garantía suficiente para la reconciliación. Sabemos que un número amplio de factores puede incidir positiva o negativamente en los procesos de reconciliación; sin embargo, es necesario distinguir entre los factores que pueden ser controlados y cambiados y los que no pueden serlo. ¿no será necesario articular el concepto de la verdad objetiva de los hechos de la violencia con la verdad de la lectura política de las causas de la violencia?
* Debido a la complejidad y la sensibilidad que suscita el tema, la dimensión política de la reconciliación, desde la perspectiva de la gobernabilidad democrática, es la que a menudo ha quedado sacrificada. Para los actores institucionales de un país puede resultar más fácil y menos costoso poner el énfasis en la dimensión social; de esa forma, se enfatizan programas puntuales de asistencia, en vez de generar una visión orgánica del proceso de cambio y de sus necesidades, no solo en cuanto a la relación entre grupos de ciudadanos, sino también entre la ciudadanía y el Estado. Por lo tanto, intentar introducir la reconciliación en la agenda política, constituye la prioridad desde un enfoque de sostenibilidad y de interrelación con la democracia.
* La reconciliación muchas veces es vista por el poder político como una amenaza y es consecuentemente excluida de la agenda política, por lo menos a nivel nacional. La falta de voluntad política representa un obstáculo importante para la plena implementación de las recomendaciones de las comisiones de verdad y reparación. En este sentido, el desafío principal consiste en promover coaliciones entre fuerzas políticas para exigir y apoyar su implementación como punto de partida y no como punto de llegada, de un proceso de cambio. Esta es la reconciliación vista como reestructuración de las fuerzas políticas o de la estructura de poder.
* La reconciliación se da en dos niveles: el individual o comunitario y entre el Estado y la sociedad civil. Estas dos categorías cuentan con diferentes actores, factores y mecanismos para realizar los objetivos. La reconciliación entre el Estado y la Sociedad Civil necesita medidas que permita crear nuevas relaciones de poder tendientes a fortalecer la confianza de la sociedad.

Los procesos de reconciliación exitosos son esenciales para construir una democracia sostenible

* 'Los procesos de reconciliación exitosos son esenciales para construir una democracia sostenible'.
* La reconciliación, como recuperación de relaciones sociales fracturadas, necesita abordar la justicia económica y la participación en el poder político, dado que ambos aspectos están relacionados entre sí. La búsqueda de soluciones políticas a los conflictos no debe contemplar únicamente la dimensión armada o los efectos de la propia violencia o represión, pues en la base de los mismos existe un fuerte componente de marginación política y de conflictividad social asociadas a condiciones de pobreza y exclusión en amplias capas de la población.
* Por otra parte, el concepto de reconciliación tiene sus detractores por no contemplar las relaciones de poder y por ser demasiado ingenuo y unívoco para definir un proceso tan complejo y lleno de contradicciones. Este libro, por su parte, se centra en la noción de reconciliación como proceso global e inclusivo, que comprende instrumentos fundamentales como la justicia, la verdad y la reparación, entre otros, a través de los cuales una sociedad pasa de un conflicto violento a un futuro compartido. Se afirma que una efectiva reconciliación es la mejor garantía de que la violencia del pasado no volverá.
* Los procesos de reconciliación resultan más complejos en aquellas sociedades en donde es preciso superar divisiones comunitarias históricas, ampliadas como consecuencia de la militarización. En situaciones así, la reconciliación debería entenderse como la posibilidad de convivir con los que fueron considerados como 'enemigos'; de coexistir y lograr algún grado de cooperación necesaria para compartir la sociedad juntos.
* La reconciliación, como proceso amplio e inclusivo, debe tener en cuenta los aspectos de género. Un enfoque de género en este ámbito, implica reconocer cómo el conflicto violento afecta en forma diferente a hombres y mujeres.

Del Grupo de Trabajo sobre Post-conflicto de la Fundación Ideas para la Paz
y la Universidad de los Andes

* La reconciliación como proceso interpersonal, implica restaurar las relaciones entre los grupos sociales envueltos en un conflicto, de tal manera que se minimicen las posibilidades de recaída. Entre las víctimas y sus victimarios, por ejemplo, el proceso de reconciliación debe cubrir dos estadios previos para que sea efectiva. Primero, es necesario que los abusos cesen o haya garantía de que terminarán una vez se haya dado la reconciliación. Segundo, se requiere el perdón, que implica una renuncia voluntaria, por parte de las víctimas, al resentimiento y a la tendencia natural a la retaliación.
* Otra forma de reconocimiento del dolor de las víctimas, que apoya su rehabilitación sicológica y moral, es la celebración de la memoria a través de actos de conmemoración de los hechos. El recuerdo colectivo implica un reconocimiento público de las injusticias y de la historia contada por las víctimas. Es un símbolo de dignificación de sus sacrificios.

Aportes de la entrevista de UN medios a la psicóloga chilena Elizabeth Lira

* En la reconciliación política, concebida como proceso, son fundamentales los consensos políticos. La estabilidad depende de reconocer los derechos de las víctimas y de los otros, incluidos los victimarios. Creo que una clave importante es hacer descansar el proceso en un asunto importante de toda la nación y no solo de víctimas y victimarios.
* La reconciliación política supone condiciones políticas que la hacen posible, es decir, que cuente con el apoyo suficiente y que exista voluntad de realizarla.

No parece posible condicionar la reconciliación política al arrepentimiento de los victimarios, que en la mayoría creen que obraron bien y se sienten orgullosos del papel desempeñado. Ni puede condicionarse a que las víctimas perdonen a los victimarios

* El perdón como expresión traslada al proceso político una relación propia de las relaciones interpersonales y privadas, o del ámbito religioso. Al hablar de reconciliación se superponen modelos interpersonales, religiosos y políticos, que trasladan exigencias de un modelo a otro. Muchas veces para la reconciliación se supone la verdad pero condicionada al arrepentimiento (como en la religión católica) y se describen como componentes de la reconciliación política sin advertir la diferencia entre un proceso y otro. No parece posible condicionar la reconciliación política al arrepentimiento de los victimarios, que en la mayoría creen que obraron bien y se sienten orgullosos del papel desempeñado. Ni puede condicionarse a que las víctimas perdonen a los victimarios. Sería deseable que existiera un perdón recíproco, pero el proceso debe sostenerse en otros factores.
* Uno de los principales obstáculos que enfrenta un proceso de reconciliación es el poder que conservan los responsables de los crímenes cometidos y la amenaza de que la situación no se ha cerrado por completo y podría reinstalarse.



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