miércoles, 17 de junio de 2009

Y después de anular el voto, ¿qué?

Y después de anular el voto, ¿qué?
17-junio-2009


Hoy, el IFE organiza el ciclo de mesas “Voto Razonado” en el que participaré junto con José Antonio Crespo, Leo Zuckerman, Jesús Silva-Herzog Márquez, Federico Reyes Heroles, Ernesto García Montaño, Lorenzo Córdova, Jorge Buendía, Sergio Aguayo, Denise Dresser, Jorge Alcocer y José Woldenberg. Por ello, les comparto parte del pronunciamiento que haré por la tarde.

La idea del Foro es discutir sobre los pros y contras del voto blanco. La transmisión puede seguirse en vivo a través de la página del IFE.

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Sin propuestas ni ideas, los partidos recomiendan al ciudadano votar sólo por el hecho de hacerlo y se lanzan con todo en contra de quienes nos manifestamos por anular el voto.

Quienes jamás logran ponerse de acuerdo, ahora sí, ante el creciente hartazgo ciudadano que se manifestará en las urnas el 5 de julio, logran un punto de coincidencia.

La partidocracia, debería mirar más allá de su ambición por el poder… No se trata de votar por votar. Se trata de votar por una opción que nos convenza, no por el menos malo.

En lugar de criticar a quienes nos pronunciamos por anular el voto, los partidos políticos deberían ocuparse en convencernos de sufragar por ellos.

Si quieren demostrar que les importa la ciudadanía, hay propuestas muy claras y concretas que deben plantear para recobrar parte de la confianza perdida.

Medidas que representan, en esencia, dotar de mayor poder a la ciudadanía. Hacer participante al principal actor de la democracia: el ciudadano.

Una agenda que contemple, a reserva de discutirla y ampliarla al menos nueve puntos:

1.- Instaurar la figura de voto blanco o la opción NO. Si en una elección, ya sea municipal, estatal o federal, la opción NO o la figura de voto blanco es mayor a lo que recibe el candidato o partido que obtenga mayor número de votos, la elección debe declararse nula y deberá convocarse a una nueva con distintos candidatos, pues los presentados no convencieron al ciudadano. Además, esta figura deberá considerarse al momento de otorgar prerrogativas y financiamiento a partidos políticos.

2. Candidaturas ciudadanas o independientes. Las candidaturas independientes son un derecho elemental que debe respetarse: votar y ser votado sin pasar por el filtro de las cúpulas partidarias. Representan la oportunidad de competir por un cargo sin atarse a un partido.

3. Reelección de los diputados y senadores. En el régimen actual, ni los diputados ni los senadores tienen la obligación ni convicción de rendir cuentas de sus acciones ante sus electores. Y no tienen por qué hacerlo. Su destino depende, al final, de la cúpula partidaria, no del ciudadano. Por eso es necesaria la reelección, para premiar o castigar a sus representantes, lo que obligaría a los legisladores a rendir cuentas.

4. Reducción de los diputados de representación proporcional. Los 200 diputados de representación proporcional dependen directamente de las cúpulas partidarias y a ellas rinden cuentas, pues no están vinculados con localidad alguna. Lo ideal sería que esa figura desapareciera, pero podría quitar pluralidad al Congreso, sin embargo, se puede reducir su presencia a la mitad.

5. Desaparición de los senadores de representación proporcional. La figura carece de lógica y sentido. El pretexto para validar su existencia fue que el Senado no era plural. Ya no es el caso. Los senadores representan a los estados de la Federación, no a un sector de la población, por lo que hay que eliminar a los senadores de representación proporcional.

6. No a la censura. Es necesario garantizar el derecho a la libertad de expresión. Hay que reivindicar el derecho de todo ciudadano u organización a manifestar sus opiniones en tiempos electorales y no electorales por cualquier medio de comunicación.

7. Reducción del financiamiento público a los partidos políticos y rendición de cuentas. La formación de un partido y su registro se han vuelto un negocio muy rentable. Debe reducirse drásticamente el dinero que se asigna a los partidos y además, estos deben rendir cuentas a la sociedad de cómo y en qué gastan sus recursos.

8. Autonomía y ciudadanización IFE. No deberán ser más, los partidos, quienes nombren a los Consejeros electorales. Además, la figura de un contralor interno del IFE nombrado por la Cámara de diputados debe desaparecer, pues su diseño y objetivo es presionar a los consejeros y someterlos a los partidos políticos.

9. Crear las figuras de referéndum y plebiscito e iniciativa popular. Hay que otorgarles a los ciudadanos el derecho a decir sí o no sobre cuestiones fundamentales para el Estado y la nación. Es necesario dotar ala ciudadanía de más mecanismos de participación directa.

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El genuino y espontáneo movimiento ciudadano que se gesta y tiene, hasta ahora, como principal bandera la anulación del voto en los comicios del 5 de julio es más que una manifestación de hartazgo, descontento y hastío hacia la clase política. Es, por el contrario, la muestra de que existe una franja de ciudadanos dispuestos a plantear ideas y propuestas de altura para contribuir así, al fortalecimiento de nuestra endeble democracia.

Quienes nos hemos pronunciado por anular el voto somos, en su gran mayoría, ciudadanos sin partido que no nos sentimos representados por partido político alguno y a quienes nos resulta insostenible seguir siendo cómplices de un sistema que margina a la sociedad civil y por tanto, nos negamos a continuar votando por el menos malo de la mediocre gama de candidatos que la partidocracia nos presenta en cada proceso electoral.

Y ojo, no hay que confundir: Anular el voto no es mostrar indiferencia. Votar nulo es votar.

Detrás de un voto nulo hay un ciudadano inconforme, activo e informado. Un ciudadano dispuesto a contribuir, con su granito de arena, a enfrentar a la partidocracia.

Al final, el 5 de julio, sabremos cuántos somos. El mensaje es claro y puede resumirse en un rotundo no a la partidocracia, y un profundo deseo de sí a la participación ciudadana.

La fecha se acerca. El 5 de julio debemos hacernos escuchar en las urnas. Y a partir del 6 de julio, tendremos que empezar a construir un gran movimiento nacional que ponga sobre la mesa las legítimas demandas ciudadanas que nos unen.

Ante la parálisis de nuestros políticos, la responsabilidad debe recaer en nosotros, los ciudadanos, la pregunta es si estamos dispuestos a tomar la bandera y comprometernos con la transformación de nuestro país.

¿Cómo la ven?

Vengan sus participaciones.

Aquí nos encontramos.

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