Manuel López San Martín
¿Y después de anular el voto?
20 de junio de 2009
El miércoles, el IFE organizó el ciclo Voto razonado. Ahí, académicos, especialistas y analistas coincidimos para intercambiar ideas a favor y en contra del voto nulo.
En lo personal, defendí la propuesta de acudir a la urna y anular el sufragio el 5 de julio. Me parece que hacerlo es una alternativa válida ante el estado actual de nuestro sistema de partidos, que viola los derechos políticos de los mexicanos, no garantiza el derecho a ser votado, obstaculiza la rendición de cuentas, castiga la continuidad de proyectos y premia la obediencia partidista.
En los próximos comicios anularé mi voto porque creo que la partidocracia tiene secuestrado al país. PRI, PAN, PRD, PT, Convergencia, PVEM, Nueva Alianza y Socialdemócrata representan, en esencia, lo mismo. A nivel ideológico tienen diferencias. Pero en la práctica son muy similares. Todos, unos más que otros, repiten los mismos vicios y representan la búsqueda del poder por el poder. Los ocho buscan y utilizan al ciudadano sólo en época electoral para arrancarle el voto y después lo abandonan. Ninguno tiene como eje rector la vinculación con el ciudadano. Todos sucumben ante el poder del dinero y mantienen aliados impresentables. Prometen lo incumplible con tal de ganar votos. Ninguno rinde cuentas de su actuar a la sociedad. Todos hacen un uso patrimonialista del poder.
Así que en esencia sí, todos los partidos representan lo mismo. Por eso anularé mi voto. Lo haré porque: anular no es mostrar indiferencia; ningún partido me convence; ante el genuino y espontáneo movimiento que crece día a día en pro de la anulación, los partidos nos responden con oídos sordos, indiferencia y hasta regaños; durante las actuales campañas, las propuestas, ideas y proyectos escasean, y a cambio, la partidocracia nos regala frases trilladas, propuestas incumplibles, candidatos mediocres y promesas sin sustento; me resulta insostenible seguir votando por el menos malo de los candidatos de la mediocre gama que la partidocracia nos presenta; y creo en la vía democrática y en el voto. Por eso el llamado es a participar, sí, para no renunciar a un derecho cívico, pero anularlos a todos, para mostrarles así el descontento y el hartazgo.
La opción de anular el voto como una forma de protesta en contra de la ineficacia y el abuso de los partidos políticos ya arroja, aun antes del 5 de julio, los primeros saldos positivos. Por lo menos hoy la partidocracia debate el tema, lo cual ante la indiferencia mostrada regularmente por la clase política hacia la ciudadanía ya es ganancia.
Pero los partidos se equivocan en el diagnóstico. Criticando a quienes se oponen a seguir votando por el menos malo, y no a ellos mismos por ser causantes de la pérdida de confianza ciudadana, se exhiben de cuerpo entero.
Si en verdad quieren demostrar que les importa la ciudadanía, hay propuestas que deberían plantear para recobrar parte de la confianza perdida. Que comiencen por reducirse el gasto público que, desde el Congreso, se asignan a sí mismos; que den marcha atrás al monopolio que ostentan para postular a candidatos de elección popular y abran las candidaturas ciudadanas; que se pronuncien por la eliminación de legisladores plurinominales, que se comprometan con la reelección de éstos y de presidentes municipales…
El genuino y espontáneo movimiento ciudadano que se gesta y tiene, hasta ahora, como principal bandera la anulación del voto en los comicios del 5 de julio es más que una manifestación de hartazgo, descontento y hastío hacia la clase política. Es la muestra de que existe una franja de ciudadanos dispuestos a plantear ideas y propuestas de altura para contribuir así al fortalecimiento de nuestra endeble democracia.
Por eso el asunto de fondo es que la protesta no se quede en eso, que quienes coincidimos e incluso quienes se oponen pero buscan dotar de más y mejores mecanismos de participación al ciudadano seamos capaces de articular un movimiento con una agenda común que trascienda el 5 de julio. Que busquemos, en esencia, dotar de mayor poder a la ciudadanía y hacer participante al principal actor de la democracia: el ciudadano.
Pasar, pues, de la crítica y el reclamo a la propuesta y la acción. Ante la parálisis de nuestros políticos, la responsabilidad debe recaer en nosotros, los ciudadanos. ¿Estamos dispuestos a asumir el compromiso?
http://blogs.eluniversal.com.mx/contracorrientem.lopez.sanmartin@gmail.com
Presidente de Construyamos un Mejor País, AC, y analista político en Proyecto 40
AnaIsabel
2009-06-20|14:04
Guadalajara
Estoy de acuerdo que somos nosotros los ciudadanos los que debemos promover que tomen seriamente nuestras exigencias. Yo anularé mi voto. Y me gustaría que dedicaras un blog para contarnos lo que se vivió el miércoles en el IFE, para que los que estamos a favor de anular el voto tengamos una idea de lo que se manejó ahí.
sábado, 20 de junio de 2009
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