Anular es un derecho, no de la derecha
Marco Rascón
Anular el voto no es una acción de derecha. Anular el voto de manera consciente o votar por candidatos independientes no registrados (que también es voto nulo) no son actos conservadores, sino una propuesta desde la sociedad hacia una reforma integral. Dejar la boleta en blanco es peligroso, pues se puede usar, si otros la tachan.
Si se trata de definiciones conservadoras, se han manifestado contra el voto nulo y en defensa del sistema actual de partidos las cúpulas empresariales, la Coparmex, la alta jerarquía de la Iglesia católica, la dirigencia de la comunidad judía, el vocero actual contra la inseguridad, Alejandro Martí; Enrique Krauze, el lopezobradorismo, académicos e intelectuales conservadores. Contra la tendencia social de anular el voto este 5 de julio se han unificado todos los partidos, el Instituto Federal Electoral (IFE) y los tres poderes del Estado.
Los medios han tenido una posición ambivalente, pues, por una parte, les interesa cuestionar la pasada reforma electoral que les limitó los ingresos por publicidad electoral, y por otra no han medido las consecuencias de cambios que diera en el futuro mayor legitimidad a los poderes mediante candidatos independientes, que, a la larga, disputarían a éstos parte del poder de que gozan hoy como fuerza autónoma sobre las estructuras políticas y sociales. Poder económico y medios van juntos en la idea de subordinar a lo político, y para ellos el presente es contrario a sus intereses, pero el futuro es incierto y por ello son ambivalentes.
Este 5 de julio se demostrará el agotamiento al que ha llegado un sistema de partidos que alternó, pero que se cerró. La idea de anular el voto surge de ese agotamiento y se ha difundido mediante redes sociales que crecen ante el agravio de un pésimo espectáculo, mal montado, maniqueo y mediocre que explica el vacío del debate electoral entre candidatos; la polarización de forma, pero la unificación de fondo; el derroche de recursos públicos, los mensajes de todos convertidos en lugares comunes; la demagogia de compromisos, pues candidatos a diputados se comprometen como si fueran gobernantes, mientras los gobernantes prometen como si fueran a ser legisladores.
Sectores de la derecha defienden la partidocracia y los que llamaban hace unos meses al 'fin de las instituciones' afirman hoy que votar nulo 'es de derecha' sólo porque esto coloca en riesgo sus dineros y contratos; cambian votos y registros de partidos por prerrogativas.
Los ecologistas llaman a votar por la muerte; el corporativismo sindical de Elba Esther tiene hoy partido y en el campo de la izquierda se incuba el huevo de la serpiente que anuncia fraude anticipado… ¡Si se vota por ellos mismos! Al margen de esta insurgencia ciudadana por la efectividad del voto, la izquierda, sin marco conceptual propio, enmudece, en tanto crece el hartazgo.
Habría cinco razones para anular el voto:
Primera. Anular el voto es ir a votar por una opción precisa: reformar. Votar nulo, incluyendo votar por candidatos independientes (se consideran votos nulos actualmente), es regresarle el valor al voto ciudadano, contra el voto clientelar y corporativo. Es dar continuidad a la fuerza ciudadana que hizo posible reformar el viejo régimen electoral. Votar nulo es contrario a la idea de que el IFE es algo acabado. Votar nulo es abrir el sistema electoral a candidatos independientes, obligando a reformar a los partidos mismos y dar mayor legitimidad a las elecciones.
Segunda. Anular el voto es manifestar que no hay opciones políticas de fondo. Que las opciones que se presentan como diferentes no salen de los lugares comunes y que las propuestas firmadas ante notario son ingenuas, por decir lo menos. Anular el voto es igualar a todos, cuando ellos se piensan diferentes. Votar nulo es el fin de las formas actuales entre partidos que luchan para ver quién es peor. Es el final de votar 'por el menos malo' y empezar a exigir votar por el mejor.
Tercera. Este 5 de julio las elecciones federales, municipales y para gobernadores están viciadas de lo mismo: sus candidatos son reflejo de los vicios de la partidocracia. Los próximos legisladores y gobernantes se deberán a los partidos, no a los electores.
Cuarta. Votar nulo alienta la política contra la apatía y el escepticismo. Es hacer de la protesta la construcción de una propuesta. Es anticiparse a una debacle electoral en 2012 y repetir la paralización que vivimos ahora.
Quinta. Votar nulo es, por tanto, impulsar la participación ciudadana como algo prolongado y no acabado. Es ejercer la política y la democracia de abajo hacia arriba.
Hoy el sistema electoral nos puso una boleta de opciones que son insatisfactorias y reproducen la partidocracia. Anular el voto o votar por candidatos independientes es una forma posible, mínima, pero posible, para cuestionar y reformar. Nos afecta a todos, solucionémoslo entre todos. Sólo así será democrático el futuro.
Este 5 de julio exprésate en los Murales de la Democracia y grafitea en ellos tu voto.
http://www.marcorascon.org
martes, 30 de junio de 2009
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